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Co-Editor en Jefe del medio estadounidense El American. Periodista y columnista venezolano, con estudios de Historia de Venezuela. Es autor del libro 'Días de sumisión'.
Co-Editor en Jefe del medio estadounidense El American. Periodista y columnista venezolano, con estudios de Historia de Venezuela. Es autor del libro 'Días de sumisión'.

Xenofobia vanguardista

17 de marzo de 2021

Claudia López nunca me gustó. Oportunista, se va con el que le convenga, como cuando en el 2018 apoyó, junto a Antanas Mockus, a Gustavo Petro, el mayor peligro que hoy enfrenta la democracia colombiana. Eso debió haber sido suficiente para sepultarla, pero no. Ella tiene un gran valor: es progre cool.

No importa su prepotencia, el tonito insoportable, que haya sumido a Bogotá en un caos tremendo, a propósito de la pandemia, con un manejo irresponsable y mediocre; la manipulación de sus electores, que bastante mal la pasaron mientras ella disfrutaba de las playas costarricenses. No. Vale que es homosexual, que es la primera mujer en el cargo y que aparece cada tanto en canales millennials de YouTube donde la ridiculizan. Pop. Cool. Vanguardista.

Y Claudia López, tan inclusiva, tan cool, tan acorde con los nuevos tiempos, resultó ser xenófoba, más cerca del fascismo que denuncia que de la izquierda eco friendly que adora.

Luego del asesinato de un policía en Bogotá por parte de un delincuente venezolano en medio de un enfrentamiento, Claudia López dijo: «Fue asesinado por un migrante venezolano. No es la primera vez, desafortunadamente. Lo hemos denunciado. Tenemos actos muy violentos de migrantes venezolanos. Primero asesinan y luego roban. Necesitamos garantías para los colombianos».

«No es la primera vez», insistió este 11 de marzo, «en el caso del Transmilenio también fue un migrante venezolano». «Los colombianos necesitamos garantías. A los venezolanos todo se les ofrece. ¿Qué garantías tenemos los colombianos?».

Como si el que mató lo hizo por ser venezolano. Como si al que mataron fue por colombiano. Irresponsablemente, Claudia López lleva la discusión al punto más tribal posible. El mismo espíritu que ha servido de combustible para los mayores genocidios que ha visto la humanidad, y aquí nadie está exagerando. Hutus contra tutsis, turbas contra sijs, chinos contra tibetanos o contra uigures, serbios contra bosníacos. Y así, todos. El mismo espíritu, el mismo impulso. No son los individuos los criminales, es el colectivo. Y hay que ir contra él. Es, en este caso, el de los migrantes venezolanos.

Ya Claudia López se había lanzado sus descargas xenófobas en el pasado. No se arrepiente. Le habla a un electorado al que insensatamente agita sin medir consecuencias. Y las estamos viendo: las publicaciones discriminatorias en redes han aumentado 347%, según la plataforma El Derecho a No Obedecer; el Barómetro de Xenofobia informó que el rechazo a los migrantes, luego de que hablara López, se elevó 83% con respecto al día anterior de la declaración. Del ánimo visceral a la ejecución del crimen el tramo es corto.

Lo que hace e insiste en hacer Claudia López es peligroso. Bastante. Pero a pocos les importa. Ella, al final, es disruptiva. La primera mujer y homosexual en el cargo. Chic, moderna, so progressive!, elogiada por la prensa chic anglo. Ah, y xenófoba. Vanguardistamente xenófoba.

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