Concederle gran inteligencia a Rodríguez Zapatero es como atribuirle dotes de oratoria a un zueco. Para llevárselo crudo no hace falta ser inteligente, solo lo bastante flexible a la altura de los principios, que en el caso del expresidente es bajura, que su último atisbo de moralidad yace en alguna sima dorada de Icabarú, en la Amazonia venezolana. Por eso no le han temblado las cejas al presentarse como mediador en la farsa electoral venezolana, y cooperar una vez más con el régimen de Maduro para el desarrollo de un nuevo estado comunal en la tierra bendita de los rones ricos y las mujeres hermosas.
Porque este es el plan: que la dictadura termine de robar lo que aún falta por robar, sustituyendo los restos de un régimen democrático por un estado comunal a la cubana, que dará plenos poderes a Maduro, y barra libre de pasta y vicios a sus amigos, entre los que destacan Zapatero y Pablo Iglesias. No es ningún secreto: es el proyecto que presentó Chávez en el 2000, advirtiendo entonces que debía culminarse en 2021, coincidiendo con el bicentenario de la Batalla de Carabobo.
España forma parte del proyecto comunal, y si hoy tenemos un gobierno socialcomunista es gracias a la mediación del propio Zapatero
Un plan diabólico que, por supuesto, traerá más miseria, más pobreza, y más crímenes a Venezuela, ya oficial e institucionalmente atrapada en un régimen totalitario socialista. Más que nunca, los que se opongan serán torturados y liquidados en nombre de la revolución. Y lo serán de un modo tan brutal y sistemático, que todos los atropellos cometidos hasta ahora parecerán un juego de niños sádicos a los que les divierte dar descargas en los testículos a los líderes opositores en la penumbra sangrienta de El Helicoide. Quien mejor lo sabe es el propio Zapatero. Lo sabe, lo aprueba y lo desea. Que incluso con esa sonrisa de marsupial joven se puede ser cómplice de crímenes contra la humanidad.
Pero el plan no termina en Venezuela. El Gobierno de Pedro Sánchez ha sugerido que Zapatero no tiene nada que ver con ellos, y algún ministro ha emitido tibios gestos de desaprobación al tongo electoral de Maduro. Cantos de sirena para engañar a quien está deseando dejarse engañar. En realidad, España forma parte del proyecto comunal, y si hoy tenemos un gobierno socialcomunista es gracias a la mediación del propio Zapatero. Mientras Sánchez se atusa las canas recién estrenadas, se pelea con paraguas, y pregunta al espejo monclovita por su inconmensurable belleza, Iglesias avanza con paso firme en la destrucción de todos los resortes institucionales que garantizan la libertad y la democracia en nuestra tierra. Así, cuando Sánchez pase, Iglesias aún estará ahí. De nosotros no me atrevería a decir lo mismo.
Con Zapatero, con el 11-M, pero sobre todo con el 13-M, volvió el guerracivilismo, la España buena y la mala
Una parte importante de los españoles se resiste a creer que todo esto esté pasando. Confía ciegamente en milagros constitucionales, en los superhéroes de Bruselas, en una facción sensata del PSOE, y en otras figuras mitológicas. Pero taparse los ojos no servirá de nada cuando Zapatero e Iglesias terminen de perfilar bajo la mesa la nueva República Española, no sin antes haberse repartido los restos, como aprendieron minuciosamente a hacer en la que un día, mucho antes del chavismo, fue la Tierra de Gracia.
Que al fin, justo es decir que el PSOE que hoy padecemos es hijo de José Luis Rodríguez Zapatero. Con él, con el 11-M, pero sobre todo con el 13-M, volvió el guerracivilismo, la España buena y la mala, el desmantelamiento del Estado de Derecho, la locura independentista, el encumbramiento de los asesinos, y la división de todos los españoles, por sexo, condición, lugar de nacimiento, religión, hacienda y adscripción política.
Es fácil pensar que, dentro de muy poco, Zapatero venderá a los españoles al mejor precio, como ha vendido ya a los pobres venezolanos
Todo lo que nació con Zapatero es lo que tiene ahora Sánchez entre manos. Es su PSOE. Y es su Podemos. Y es el expresidente el rey del cortijo socialcomunista, el vínculo con el proyecto de Maduro, y el mayor defensor –poco se habla de esto- del régimen comunista chino en Europa. Es el perejil de todas las salsas envenenadas. Y, desde luego, no es el típico rol que aceptas por amor al arte. Es fácil pensar que, dentro de muy poco, Zapatero venderá a los españoles al mejor precio, como ha vendido ya a los pobres venezolanos. No esperes que Sánchez haga nada heroico para impedirlo, a menos que su ego y su hígado vayan a quedar a la intemperie en el proceso, algo que no va a ocurrir, ya que la especialidad de los regímenes comunistas es tratar muy bien a los conseguidores.
De modo que, visto con cierta inconsciencia, que Maduro organice un simulacro electoral, contando con Rafael Correa, Evo Morales y José Luis Rodríguez Zapatero como observadores imparciales de los comicios, podría incluso resultarte cómico, siempre que no seas venezolano. Y sería un gran chiste de humor negro si no fuera porque mañana estos Golfos Apandadores serán los encargados de velar por la limpieza del proceso electoral español. Y entonces, votarás en vano a la oposición.