«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Occidente parece haber ignorado las continuas vejaciones en sus iglesias

Crece el vandalismo contra la Iglesia: todas las semanas se repiten las mismas amenazas en templos católicos

Un grupo de radicales animalistas se manifiestan en el Vaticano. Twitter.

Los ataques hacia los católicos no paran de aumentar en todo el mundo. Con las sucesivas noticias llegadas de los países musulmanes, donde los cristianos son perseguidos hasta el martirio, Occidente parece haber ignorado las continuas vejaciones en sus iglesias. Muchos católicos de España, concretamente, llevan meses sufriendo acoso antirreligioso. El País Vasco ha sufrido muchos de estos ataques.

Hace algunas semanas, un grupo de jóvenes ultras pertenecientes a la «Gazte Asanblada» —colectivo de okupas, abertzales y separatistas vascos— irrumpieron en la parroquia de Cestona. Durante la celebración de la Santa Misa, este grupo de jóvenes interrumpió la celebración con el rostro cubierto con máscaras, al tiempo que lanzaron billetes falsos por todo el templo. Ir a Misa un domingo en Cestona tiene estos riesgos.

Con no poca violencia, los abertzales llegaron al altar, donde desplegaron una pancarta con el lema «Iglesia avariciosa y especuladora». Su denuncia, que se ha ido alargando por distintos puntos del País Vasco, se debe a que la diócesis de San Sebastián demandó al colectivo radical por okupación ilegal de uno de los locales propiedad del obispado. Un año después, los okupas siguen campando a sus anchas por las propiedades de la Iglesia, mientras que los templos católicos sufren persecuciones.

Los ataques han ido a más. Durante las últimas semanas algunas iglesias de Azpeitia o Beasain, así como parroquias de Lasao, Arroa o Aizarna, han amanecido con pintadas, vejaciones y amenazas. Así como ETA marcaba las paredes de aquellos que pronto serían asesinados, ahora los cachorros anticlericales señalan las iglesias, hasta el punto de bloquear con cadenas, silicona y candados las cerraduras y verjas de numerosos templos.

La persecución fue a más, e incluso la víspera de la fiesta de San Sebastián, un grupo de radicales del colectivo «Defentsa Komunitatea» protestaron frente a la sede de la diócesis, la catedral del Buen Pastor. Allí quisieron promover una campaña de «apostasía masiva» contra la diócesis, todo ello por el enfrentamiento legal sobre el local okupado por los abertzales. Así, dentro de la catedral donostiarra se arrojaron octavillas y demás carteles contra los católicos.

Pese a la timidez inicial, en este caso el PNV se ha puesto del lado de la Iglesia, y ha querido «mostrar su solidaridad a la comunidad cristiana de Zestoa y de los demás lugares que han sufrido estos comportamientos injustos, al tiempo que manifestamos a las y los zestoarras que, al igual que quienes nos precedieron, tampoco nosotros vamos a tolerar ahora comportamientos opresivos en nuestro seno». Precisamente por eso los nacionalistas pidieron a sus juventudes que dejaran de «vulnerar las libertades de las comunidades cristianas y, al fin y al cabo, de los pueblos en los que están arraigadas, como Zestoa y demás».

El odio anticristiano no sólo se queda en el País Vasco y ha dado el salto por Europa. Así como los países del centro del continente llevan años sufriendo agresiones, el vandalismo ha llegado al Vaticano. Hace apenas dos semanas, en plena celebración dentro de la Basílica de San Pablo Extramuros, dos mujeres protestaron a gritos contra la tauromaquia. Ataviadas con unas camisetas y pancartas reivindicativas —«Stop blessing corridas»—, las radicales interrumpieron la celebración presidida por el Papa Francisco.

La Gendarmería del Vaticano rápidamente detuvo a las dos radicales de PETA, organización animalista que cuenta con tres millones de miembros y que ahora ha movilizado a sus seguidores contra la Iglesia. Pese a su detención e identificación policial, en aquel mismo momento aseguraron que seguirían atacando diversos templos hasta acabar con la colaboración de la Iglesia con la tauromaquia. Aún estamos buscando dicha colaboración, claro.

Estos ataques contra el corazón de la cristiandad, sin embargo, no son nuevos. Animalistas, izquierdistas, separatistas, feministas y todos los demás ismos radicales llevan años atentando en Roma. En octubre del año pasado se vivió en el Vaticano otro episodio de tensión: «Mientras destacados católicos se reunían en el Vaticano para el Sínodo sobre la Sinodalidad, la actriz Loredana Cannata se unió a los simpatizantes de PETA que se manifestaban en las inmediaciones vestidos de toros ensangrentados con banderillas que les salían del lomo», explica la asociación animalista en su página web.

En aquella misma ocasión la cantante y presentadora de televisión Daniela Martani entregó, coincidiendo con el 87 cumpleaños del Papa Francisco, un bote de «sangre» de toro. «La Iglesia tiene sangre de toro en sus manos», denunció entonces PETA. Aquel fue uno más de los cientos de ataques que cada semana recorren las parroquias de Europa. Desde pintadas, irrupciones, amenazas, panfletos e irrupciones de celebraciones, los católicos en Occidente se enfrentan a una gran amenaza. Veremos si despertamos a tiempo.

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