Este sábado el grupo católico Hakuna Group Music abarrotó el Wizink Center de Madrid. Tras anunciar su primer concierto en la sala más grande de Madrid, las entradas volaron. En apenas tres horas este grupo de jóvenes católicos había venido hasta la última fila del auditorio.
En Hakuna reconocen que «nada tiene sentido». Parecía poco probable batir varios récords, que sin embargo han superado con creces. Desde la noche del pasado 6 de enero Hakuna se ha convertido en el primer grupo de música católica en actuar en el Wizink, así como en grupo más numeroso que jamás se haya subido al escenario. Hasta 72 personas al mismo tiempo cantando que son «capricho de Dios».
El concierto contó con numerosas sorpresas. Comenzó con una oración y terminó con otra, porque Hakuna tenía anoche una intención: arrodillar Madrid ante el Señor y levantar los corazones hacia el cielo. A capela y con toda la luz apagada, la primera en sonar fue «Todo»: «Padre, pon tu Espíritu sobre mí: aquí estoy, aquí me tienes». Y el auditorio se emocionó con esta entrada, que fue todo el concierto in crescendo. Más de dos horas y media de canciones puramente católicas que culminaron con un fuerte «Bendito sea Dios que da la Vida».
Hakuna sorprendió al público, sin embargo, con varias sorpresas inesperadas. Poco después de empezar, y como «regalo del día de Reyes», una de las jóvenes cantó «Trueno», una canción inédita. Y a mitad del concierto, cuando parecía que todo podría terminar, salieron al escenario un grupo de flamencos para cantar villancicos populares y el himno mariano «Madre de Hakuna».
Los momentos más emocionantes se vivieron con sus grandes éxitos. Entre ellos, «Un segundo», que revolucionó a los seguidores del grupo con esa carta de amor que manda Dios a las 17.000 personas reunidas en el Wizink. Y el momento cumbre llegó con «Noche». El Wizink entonces se arrodilló para escuchar la petición que el grupo católico alzó: «Por los pueblos oprimidos, por los que hoy es su última noche, por las mujeres que van a dar a luz…». En la misma pista donde otros saltaron y bailaron, Hakuna logró crear una atmósfera de oración. Y el Wizink rezó al unísono.