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todos destacan su solidez intelectual regada de una amplia caridad

Mons. Luis Argüello: de la militancia antifranquista a dirigir la Iglesia en España

El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello. Europa Press.

La Conferencia Episcopal Española (CEE) tiene nuevo presidente. El arzobispo de Valladolid, monseñor Luis Argüello, ha sido elegido como nueva cabeza de los obispos españoles para los próximos cuatro años. El que ya fuera secretario general y portavoz en el periodo de 2018-2022, ahora ha sido elegido por los prelados españoles con 48 votos a favor, logrando la mayoría absoluta en la primera votación.

Pese a que unos y otros han reivindicado la elección de Argüello como un acierto o un error garrafal, lo cierto es que el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal ha ganado gracias a su mano izquierda, su antropología derecha y su corazón bien centrado. Así lo atestiguan todos los que conocen a este cura de pueblo que, desde su época en la militancia antifranquista hasta sus años como purpurado, no ha perdido su mejor virtud: una solidez intelectual regada de una amplia caridad.

Continuador de una tradición

Heredero de la mejor tradición de San Juan Pablo II —«no hay justicia sin libertad»—, de la profundidad filosófica de Benedicto XVI —«no hay libertad sin verdad»—, y de las líneas maestras del Papa Francisco —«no hay verdad sin caridad»—, monseñor Luis Argüello cosecha las mejores palabras de sus compañeros obispos de la CEE: «Luis destaca por su talante dialogante, afable. Es una persona muy cercana», explica uno de los purpurados preguntados.

Su actitud abierta quedó marcada por una infancia sencilla en Meneses de Campos, pequeño municipio palentino. Un apego por lo rural que ha moldeado siempre su preocupación pastoral: «Como sacerdote, era frecuente su visita a los pueblos más remotos de la diócesis para celebrar la misa en frías iglesias, ante feligresías de poco menos de una veintena de personas», explica otro de sus conocedores. Unas visitas que hacía en su coche acompañado por la música de Franco Battiato.

De un pueblo de Palencia al comunismo de la capital

En Argüello nada es pose. Su preocupación por los más desfavorecidos le llevó a correr delante de la Policía en más de una ocasión, y conocido era su rostro en las manifestaciones democráticas durante la Transición. Como recoge José F. Peláez en ABC, hay una pregunta que a todos se nos escapa: «¿Es Argüello un hombre conservador o es progresista? Hay dudas. De lo que no hay duda es de que es un hombre ambiguo». Una ambigüedad que ha llegado al Vaticano, puesto que en uno de sus últimos encuentros con el Papa Francisco, éste ironizó sobre su capacidad: «Cuando te jubiles —dijo el Santo Padre— tienes que venir a Roma para jugar en el equipo de fútbol; regateas muy bien a los periodistas».

El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal explicaba recientemente: «Mi familia es de derechas de toda la vida. Pero un chaval adolescente en los 60 y joven en los 70, además de la rebeldía propia de la edad, experimentaba la evolución de España. Yo estudiaba Derecho en Valladolid, y la ciudad vivía una ebullición de movimientos sociales con los trabajadores de Fasa o de la construcción. En esa época yo estuve cercano a la Junta Democrática, fui delegado de facultad el año en que se cerró la universidad, en 1975, y el Partido Comunista me puso un coche para moverme en la clandestinidad. Me venía a Madrid y esas historias».

Su relación con la izquierda

Primero con coche oficial puesto por el Partido Comunista y ahora con coche oficial puesto por la Iglesia Católica, monseñor Argüello llegó a trabajar para el PSOE: «En las primeras elecciones municipales ganó el PSOE y asesoré a la concejala de Cultura. Pero luego el mismo PSOE me detuvo en 1983 en las manifestaciones contra la OTAN, cuando hacíamos sentadas para tratar de evitar un desfile militar. Y ese mismo año me fui al seminario». Una relación que ha ido variando con el tiempo pero que muestra su inmovilidad frente a tantos vaivenes de los socialistas: «A pesar de nuestra voluntad de diálogo ha resultado imposible hablar con Pedro Sánchez y Félix Bolaños en cuestiones de familia, educación o Estado del bienestar», declaró hace un año en referencia a las negociaciones de la CEE con el Gobierno.

Su relación con políticos socialistas, sin embargo, sigue gozando de buena salud. Como recoge el reportero de ABC, el exdiputado socialista Jesús Quijano sólo tiene buenas palabras para «don Luis»: «Siempre fue progresista en lo social, pero más conservador en asuntos de ‘fe y costumbres’. Aunque su base intelectual es abierta, es lógico que tienda a acomodarse a lo que exige la ‘púrpura’. La etiqueta que le quieras poner —conservador o progresista— depende del aspecto que quieras analizar. La realidad es que mantiene un pensamiento abierto y opina con libertad y criterio».

En contra del aborto y a favor de Irene Montero

El propio arzobispo de Valladolid, no obstante, reconoció hace unos meses que su revolución nunca sería política sino espiritual: «Intuí que el desafío gordo para la soñada revolución pendiente tenía más que ver con la transformación personal que con el cambio de las estructuras. Y luego mi experiencia de vida me lo ha confirmado. Pero sí me hace tener una sensibilidad singular para no dejarme llevar por la simplificación entre izquierda y derecha, neoliberalismo y progresismo». Una sensibilidad que le llevó, la misma semana, a atacar ferozmente el crimen del aborto al tiempo que defendió a la entonces ministra Irene Montero.

«A mí me importa lo que aparece en las exposiciones de motivos de sus leyes, que es con lo que expresé mi radical disconformidad. Pero los periodistas pusieron el foco en una frase suya que supongo que quería decir que hay que educar a los niños para que de mayores puedan decidir. Puedo ser comprensivo con una frase desenfocada, pero lo más constitutivo de ese Ministerio son sus leyes», explicó. El presidente de la Conferencia nada tiene contra la exministra, claro, pero sí contra sus leyes en favor del aborto.

Su defensa de la vida la llevó, sin complejos, a uno de los territorios comanches de la defensa de la vida: la COPE. «Lo he visto, querido Carlos, en vuestra mesa de tertulia. Se habla de los derechos de la mujer ya como una cuestión consolidada, incluyendo en esos derechos el derecho al aborto. Y, francamente, no podemos pensar ni aceptar que el aborto puede ser un derecho. Es siempre un drama. Y más en nuestro país, que lleva 35 años enterrando a muchas más personas de las que nacen».

Una llamada al Bien Común

Su queja protagonizó, precisamente, la breve declaración ante los medios minutos después de ser elegido como presidente de los obispos españoles. «Son tantos los asuntos que hoy nos desafían, tantas las novedades, que cómo no hacer un llamamiento al trabajo en común. Desde las fuentes que nosotros podemos compartir y ofrecer: la dignidad de toda vida humana, así como la llamada al ejercicio al Bien Común». Una llamada al Bien Común que se concreta también en la política y en la vida en comunidad.

Un periodista vinculó entonces a Luis Argüello con VOX, y con su mano izquierda el arzobispo respondió entonces: «Reconozco que VOX en cuestiones referidas a la antropología y la familia tiene postulados que se pueden reconocer en la doctrina de la Iglesia. Pero la propia Iglesia relaciona inseparablemente esos postulados con una propuesta laboral, económica y política». Dejando un quite torero, el presidente de los obispos españoles dejó claro que «la división tópica entre izquierdas y derechas puede llevar a ser fiel a la Iglesia en asuntos de cintura para abajo e infiel en los que afectan a la cartera».

Convencido, desde sus años de militancia antifranquista hasta su popularidad entre los obispos, de que el amar y el hacer van de la mano, la Iglesia en España celebra el nombramiento de su nuevo presidente. Conservador o progresista, recuerda que los católicos «no consideramos como propio a ningún partido». Porque, a fin de cuentas, «no se pueden separar el ser, el amar y el hacer: los tres pilares básicos de lo humano».

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