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TRIBUNA | JOAN GARRIGA |

24 de agosto de 2023

Los cinco «honorables»

El presidente de Ateneo Barcelonés, Jordi Casassas; los expresidentes de la Generalidad José Montilla y Quim Torra; el presidente actual de la Generalitat, Pere Aragonès; los expresidentes de la Generalitat Carles Puigdemont y Jordi Pujol y el abad de Montserrat, Manel Gasch. Europa Press

Una persona a la que quiero me envía por WhatsApp la foto de Presidentes de la Generalidad, Montilla, Torra, Puigdemont, Aragonés y Pujol, en el homenaje a Pau Casals; con el siguiente texto: «El corrupto, el fugado, el breve, el cara y el de ahora». Hay que tratar con respeto a todas las personas por el mero hecho de serlas; pero mi amigo tiene razón. La foto es una vergüenza y es fiel reflejo de la realidad que hemos vivido los catalanes en las últimas décadas.

Pujol, el corrupto. Era querido por muchos porque decían que «miraba por Catalunya» y resulta que Catalunya era su familia, que no pagaba sus impuestos y que, en definitiva, miró por el 3% y por separarnos del resto de España con competencias diferenciadas y fronteras lingüísticas, considerando como grave hablar en nuestra lengua común; el español.

Montilla, el caradura. Sigue cobrando, como el resto de expresidentes de la Generalitat; un sueldo a parte de la pensión normal, chofer, coche, secretaria, oficina y derecho a pasar gastos. Montilla ha llegado a pasar medio millón de euros al año en gastos. Lo dicho, un caradura, que como el resto de expresidentes están jubilados, no tienen funciones y nos hacen pagar sus espléndidas oficinas con gastos incluidos.

Torra, el breve. Pero estando poco tiempo, hizo mucho daño, alentando a los grupos de CDR a dañar nuestra convivencia incluso con actos violentos que nunca ha condenado. También sigue cobrando y disfrutando de una oficina completa y sin funciones pagada por todos.

Puigdemont, el fugado. Mientras todos los catalanes y el resto de españoles, cuando no cumplimos la ley, nos sancionan o condenan, él se cree por encima de los demás y se niega a ser juzgado. Alienta la división y el odio en forma de golpismo frente a nuestra historia, legalidad y convivencia. Y con sus actos ha perjudicado, y mucho, nuestra economía.

Aragonés, el de ahora. Que sigue la misma senda que el resto. Utilizar las «competencias propias» para arruinar a los catalanes con impuestos, desproteger nuestra economía, negar la inseguridad ciudadana y el peligro del islamismo y hacer creer que por ser más catalán hay que dejar de ser español. Un obsesivo de repartir subvenciones y un liberticida de manual.

Pero la foto tiene más culpables y un motor que les ha dejado circular sin control: los sucesivos gobiernos nacionales de PSOE y de PP. Los nacionalistas y separatistas de distintas regiones han conseguido los apoyos del bipartidismo que les han dejado hacer como reyes de taifas; otorgándoles cada vez más poder y generando 17 estados costosos, que generan desigualdad entre españoles y separatismo. El Estado de las Autonomías nos costó en 2022, la nada despreciable cifra de 240.500 millones de euros.

En Cataluña, desde Aznar a Sánchez han cedido la Policía, la educación, los impuestos y multitud de regulaciones que rompen la unidad de mercado. La diversidad cultural y geográfica de nuestra nación se vive y se disfruta, pero no debe ser excusa para dividirnos, enfrentarnos y que nos cueste un dineral de nuestros bolsillos. Y mucho menos, para que los chantajistas gobiernen una nación que es de todos.

En países de nuestro entorno no se permiten partidos separatistas. Por ejemplo, en Alemania son inconstitucionales los partidos que por sus fines o por el comportamiento pongan en peligro la existencia de la República Federal de Alemania. En Francia, los partidos deben respetar la soberanía nacional. Y en Portugal, se prohíben partidos de carácter regionalista, incluidos aquellos que defiendan la independencia de algún territorio.

En España ha sido difícil levantar banderas arriadas por los grandes partidos nacionales y romper supuestos consensos. Con VOX hay esperanza para millones de españoles, incluidos catalanes y vascos (el presidente del partido es vasco y el secretario general, catalán); y se vuelve a levantar la bandera de la unidad y la igualdad entre todos los españoles. La convivencia y el fin del despilfarro son posibles. Ley a ley, voto a voto.

Joan Garriga es diputado en el Parlamento de Cataluña.

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