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200.000 sacerdotes asesinados en la URSS

No son estimaciones, tampoco datos que se encuentren en los libros escritos por historiadores que podrían ser tachados de anticomunistas. Son cuentas oficiales publicadas por el Gobierno ruso en 1995 a través de la Comisión Estatal de Rusia. El dato es demoledor: 200.000 sacerdotes, monjes y monjas cristianos fueron asesinados en la Unión Soviética entre 1917 y 1985. En su mayor parte eran ortodoxos, seguidos de católicos y miembros de la Iglesia Greco-Romana y ya, a mucha distancia, las víctimas pertenecían a la religión judía e incluso al islam.

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La prueba clara y fehaciente de que el comunismo implantado a sangre y fuego en la URSS tenía entre uno de sus principios básicos exterminar las religiones. Para ello no dudaron en asesinar a sus ministros, destruir sus templos y perseguir a los fieles. La confesión era lo de menos. El régimen soviético quería que sus postulados se asumieran como dogmas de fe y no podían consentir que una religión redujera la influencia de su “dogmatismo” laico.

Solamente durante el proceso revolucionario, entre 1917 y 1921, 28 obispos ortodoxos y casi 2.000 sacerdotes de esa confesión fueron asesinados y, al acabar la guerra de la revolución, solamente quedaban en pie 500 de las 54.000 iglesias ortodoxas que había unos años antes. En cuanto a los números del catolicismo, para ese periodo, los obispos asesinados fueron 23 y los sacerdotes más de 3.000.

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En fecha tan temprana como 1920 ya se había creado en la zona del Mar Blanco el primer campo de concentración para religiosos cristianos. El centro se encontraba en las instalaciones que anteriormente había ocupado un monasterio ruso ortodoxo. Con el paso del tiempo, se abrieron otros cinco centros dedicados a la detención, tortura y asesinato de religiosos. En sus archivos se ha documentado la detención de cerca de 150.000 hombres y mujeres por su trabajo para las diferentes iglesias.

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La persecución se apoyaba en organizaciones civiles vinculadas al Partido Comunista. La más importante de estas asociaciones fue la Liga de Amigos Ateos, fundada en 1924 que tras su primer congreso en 1925 cambió el nombre por el de la Unión de los Sin Dios. Durante años se centraron en la búsqueda de religiosos escondidos para intentar escapar de la persecución, a la vez que se denunciaba a cualquier persona que hubiera practicado alguna religión antes, durante o tras la revolución soviética.

Hasta 1929, fecha de su segundo congreso, no participaron activamente en la detención, tortura y asesinato de religiosos. En aquel año, volvieron a cambiar su denominación para llamarse Unión de Beligerantes Ateos. A partir de ese momento crearon escuadras y fueron aumentando el número de campos de concentración para albergar a religiosos y creyentes.

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Llegan al año 1941 con más de 3,5 millones de asociados que ya no se encontraban solamente en la URSS, se habían expandido por todo el mundo y había miembros de este grupo de hasta 91 nacionalidades diferentes. Contaban con oficinas en todos los municipios rusos y en 100 ciudades repartidas por los cinco continentes. Su lema: “Luchar contra la religión es luchar por el socialismo” se escuchaba en todos los lugares del Mundo.

En España estuvieron presentes desde 1931, año de la proclamación de la Segunda República, hasta 1939, tras la derrota republicana en la Guerra Civil y se encuentran relacionados en la persecución religiosa que se desarrolló en nuestro país en la retaguardia republicana.

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Hay tres etapas de especial ímpetu criminal contra los religiosos. Los datos más contrastados se refieren al asesinato de ortodoxos. Hasta 1936 se habían detenido un total de 112.000 miembros del clero de esa confesión de los que más de 21.000 fueron asesinados. Los dos años siguientes se produjeron 100.000 ejecuciones y más de 200.000 deportaciones y, entre 1939 y 1942, la acción criminal se redujo considerablemente al haber constancia de “sólo” 4.000 religiosos. Todos estos datos fueron sacados a la luz gracias a los estudios de los profesores Nikolay Yemelianov, Alexandr Zajárov, Serguey N. Savéliev y Serguey Firsov.

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