«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El aborto es una guerra entre mujeres, no contra ellas.

A menudo tenemos que oír ese tópico de que los hombres somos los que nos oponemos al borto porque no tenemos que cargar después con las consecuencias de dar a luz a un niño. Según esta distorsionada visión, las mujeres serían favorables al aborto y los hombres contrarios.

El argumento cae sin necesidad de mayor discusión: se trata de una cuestión de humanidad que está por encima del sexo de quien hable. Pero ahora leo en Big Think, una publicación digital sin ningún tipo de inclinación a la defensa de la vida, que “El aborto es una guerra entre mujeres, no contra ellas”.

Y es que lo que demuestran las encuestas es que las diferencias más fuertes entre quienes defienden el aborto y quienes lo atacan no se da entre hombres y mujeres, sino entre las mismas mujeres, las unas extremistas defensoras de un supuesto derecho al aborto, las otras fervientes defensoras del derecho a la vida, también la de los no nacidos.

De hecho, lo que Orion Jones señala, es que el porcentaje de hombres que responde que está de acuerdo en facilitar el aborto es sistemáticamente superior al de las mujeres que se pronuncian a favor del aborto. Demasiados hombres están a favor del aborto, que en la mayoría de los casos, no nos engañemos, resulta una salida “óptima” para evitar tener que asumir su responsabilidad. O sea, que eso de que son los hombres los que quieren restringir el aborto no se sostiene.

Otro dato interesante: en las estadísticas analizadas (el General Social Survey estadounidense), aproximadamente una cuarta parte de las mujeres que se identifican como “muy de izquierdas” no están a favor del aborto sin restricciones.

En definitiva, la mayoría de los presupuestos más extendidos en relación al tema del aborto no expresan la realidad y son tan sólo constructos ideológicos, habitualmente para justificar el aborto. Una sencilla encuesta los echa por tierra. Habrá que tenerlo en cuenta a la hora de argumentar y no dejarnos impresionar por comentarios sin base.

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