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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Al-Qaeda regresa… ¿O es que nunca se fue?

Desde 2016, Occidente ha centrado su política antiterrorista en Estado Islámico. Muchos factores son los que provocaron que se considerara a la nueva organización terrorista el enemigo número uno de la Humanidad.

El salvajismo desproporcionado, el uso mediático de los asesinatos (en especial de occidentales) y la rapidez con la que el quiste radical se expandía, son solo algunos de ellos.
En medio de ese cambio de estrategia hacia el terrorismo, la organización por ahora liderada por Ayman al-Zawahiri, al-Qaeda, mantuvo un perfil bajo, solo permaneciendo activa en Yemen, Siria y Somalia. Además de algunas acciones puntuales en Mali y algún país del entorno. Pero todo apuntaba a que la situación no se iba a perpetuar en el tiempo.
El pasado 3 de abril de 2017, en AICS distribuimos a nuestros Clientes un Informe de Inteligencia titulado “La nueva fotografía del terrorismo en el Sahel”. El motivo de este Informe era la creación de una nueva sub-franquicia dentro de la ya existente franquicia terrorista en el norte de África, al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Esta nueva formación, que no era más que la unión de los grupos más fuertes que operaban a lo largo de la Franja del Sahel, el sur de Argelia y el norte de Mali, se bautizó como Jamaa Nusrat al-Islam wal-Muslimin, y estaba llamada a ser el referente de la organización terrorista en la mitad norte del continente africano.
En el Informe se hablaba de la estrategia que se valoraba iba a aplicar AQMI y su sub-franquicia en la región. Las informaciones de Fuentes de AICS, y el trabajo de los analistas de Inteligencia, concluían que los meses iniciales estarían dominados por acciones puntuales particularmente en Mali, sobre objetivos seleccionados, hasta establecer las relaciones operativas entre los diferentes grupos recientemente asociados; para posteriormente llevar a cabo una acción de mayor envergadura, sobretodo mediática, que marcaría el inicio de la segunda fase, la expansión más allá de las fronteras de Mali, y en particular hacia el norte. Recuerdo a los lectores que hablamos del 3 de abril de 2017, hace casi un año. Esta acción que macaría el inicio de la expansión podría llevarse a cabo, según concluimos en el Informe, en alguno de los siguientes países: Mali, Níger o Burkina Faso.
El 2 de marzo de este año, hace apenas una semana, la Embajada de Francia en Ouagadougou, capital de Burkina Faso, era atacada por miembros del Jamaa Nusrat al-Islam wal-Muslimin. En paralelo, el 6 del mismo mes, al-Qaeda a través de la productora as-Sahab, hacía público un vídeo con un discurso de Ayman al-Zawahiri, en el que llamaba a atacar los intereses franceses en el norte de África, y en el que hablaba de Argelia y de la necesidad de expandirse hacia el norte (desde Mali). En la misma grabación (realizada, según informaciones de AICS, entre el 16 y el 19 de febrero), se mostraba una fotografía de los líderes grupales fundadores de la sub-franquicia mencionada, y otra con el comunicado oficial emitido tras el ataque contra la Cancillería francesa. El líder terrorista, estaba marcando el punto de inicio de lo que nosotros, desde AICS, denominamos hace casi un año, la segunda fase en la estrategia de expansión de al-Qaeda en el norte de África.

Repercusiones para Europa

Europa, como continente, y en particular la Unión Europea, quedan muy alejadas del escenario de actuación de al-Qaeda en el norte de África. Es bastante obvio que no existe un riesgo de que puedan producirse acciones hostiles en suelo europeo, motivadas por esta expansión hacia el norte. Del mismo modo que es poco previsible que a medio plazo, la organización terrorista tenga la capacidad operativa de lanzar algún ataque sobre objetivo alguno en territorio de la Unión. O eso valoramos desde AICS.
Sin embargo, esta distancia de por medio, incluida la masa de agua del Mar Mediterráneo, no significa que intereses europeos en la región norteafricana y que países con los que se mantiene una estrecha relación en la lucha contra el terrorismo islamista, no puedan verse afectados. De hecho, ya en 2017 se llevaron a cabo intentos aislados de infundir presión sobre alguno de estos intereses europeos en el sur de Argelia, con ataques puntuales de cohetes caseros.
Pero volviendo a las repercusiones para Europa, esta expansión de al-Qaeda en el norte de África, pone especialmente en el punto de mira las explotaciones petrolíferas del sur de Argelia. Me veo en la obligación de recordar que para la organización terrorista, la mitad sur de Argelia ha sido el lugar de preferencia para sus actividades ilegales como el tráfico de tabaco y sustancias estupefacientes, redes de migrantes hacia el norte, y por supuesto los secuestros de occidentales (fuente de ingresos nada despreciable). En paralelo, también esta parte de Argelia ha sido el escenario de sangrientos ataques contra instalaciones petrolíferas como la refinería de gas natural de In Amenas. En definitiva, que al-Qaeda, y con ella su franquicia al-Qaeda en el Magreb Islámico, nunca han abandonado el objetivo de volver a controlar este vasto desierto argelino.
Para Europa, esta pretensión, que se considera que a medio plazo se puede materializar en algo tangible, es especialmente peligrosa. Los intereses que el viejo continente, y en particular algunos de sus países como Gran Bretaña (aún parte de la Unión), Francia, Italia o España tienen, con una importante presencia en los pozos de petróleo del sur de Argelia, son un riesgo que se debe cubrir y/o minimizar. Para ello, la necesidad de tener información susceptible de poder ser transformada en Inteligencia es primordial, y por el momento, este recurso considerado crítico, no abunda.
De hecho, tras el ataque contra el equipo de Ranger de Estados Unidos en el norte de Níger (cuyo vídeo ha sido distribuido recientemente por Estado Islámico, añadiendo una crueldad sin límites al hecho desgraciado del asesinato de los militares), las conclusiones obtenidas desde el Pentágono dejaban bien claro que la falta de Inteligencia había provocado que el grupo de Fuerzas Especiales entrase en una zona altamente peligrosa. Esta misma situación se dibuja en el norte de Mali, donde las Fuerzas francesas de la operación Berkhane no llegan, y el sur de Argelia, donde el despliegue del Ejército argelino es más que liviano, por no decir algo más contundente.
Con estos condicionantes, el riesgo, potencial pero real, de que pudiera producirse alguna acción hostil sobre cualquiera de las instalaciones anteriormente mencionadas, es considerable.
Que al-Qaeda en el Magreb Islámico va a intentar, y muy probablemente conseguir en un porcentaje elevado, retomar el control de buena parte del desierto sur de Argelia se considera un hecho, más cuando el propio al-Zawahiri, de manera, velada lo ha puesto encima de la mesa. Ahora más que nunca, es necesaria la concurrencia de todos aquellos elementos que proporcionen Inteligencia aplicada a la Seguridad, de manera que se puedan anticipar decisiones a las acciones terroristas.
Como he dicho con anterioridad, para Europa el norte de África queda muy lejos, quizá demasiado, pero al mismo tiempo está muy cerca. La distancia no puede ser una excusa, menos cuando hay compatriotas trabajando en esos lares.
Por Salvador Burguet
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