«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Año nuevo, vida vieja

Si bien el nuevo año llegó con el día uno, laboralmente y  sobre todo en términos de normalidad, empieza hoy. Acabada la Navidad en sentido amplio, toca volver a la realidad de cada día arrimando el hombro para ganarnos los garbanzos aunque cada vez toquen menos legumbres por más horas de trabajo que le echemos.

¿Qué cambia con el paso del año? La verdad es que muy poca cosa. La vida, y la realidad con ella, poco entiende de cambio de fechas. Todo sigue igual y lo de vida nueva se queda para la literatura. El año nuevo si algo trae es más vida vieja porque se constata que hemos quemado un año, algunos para bien y otros para mal; cada uno sabe cómo le ha ido.

Si es verdad que, en la mentalidad de los que nos dirigen, el cambio es importante. Hemos pasado de ser súbditos contribuyentes a votantes y eso no es para nada anecdótico. La prueba del siete es la bajada de IRPF que, con fecha uno de enero, se nos acaba de aplicar. Valemos más o mejor dicho valemos algo: un voto.

Ahora solo falta que cada uno haga valer el voto que deberá depositar a lo largo de este año al menos en dos ocasiones.

No entiendo nada. Ahora somos un voto y esto para nuestros dirigentes es la llave de permanecer o conquistar el poder. ¿Cuánto vale nuestro voto? ¿Se compra solo con promesas o votaremos por los hechos? ¿Podrán, como piensan ellos, con palabras y algún gesto cambiar nuestra intención de voto en los pocos meses que quedan hasta las primeras elecciones y luego hasta las generales? ¿Tan fácilones somos? ¿Alguien me lo explica?​

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