De la Asamblea Constituyente de Podemos, celebrada en Vistalegre este fin de semana, salen cinco resoluciones que habrá que asimilar a sus principios programáticos básicos: Defensa de una Educación pública, medidas urgentes contra la corrupción, el derecho de los ciudadanos a una vivienda, Sanidad pública para todos y la reestructuración de la deuda. En principio no parece que ninguna de estas propuestas, salvo por la exclusión de su contrario, sean especialmente desorbitadas. Educación pública, bien; si es a costa de prohibir cualquier otra, menudo desastre totalitario y así con las demás. ¿Quién aplaude los desahucios, las listas de espera, la corrupción o el desastre educativo español? Nadie. El problema no está en lo que quieren sino en que nos impondrán un modelo único para cada cosa. Así no pueden arreglar nada. La corrupción es un mal que pudre a una sociedad, pero la imposición de la bondad a bofetadas, se carga la libertad y con ella la sociedad. La única fuerza de Podemos es la debilidad para hacer lo que deben los partidos de siempre: PP y PSOE. Como estos no respondan a las demandas de la auténtica democracia ese será su legado: Podemos, sin libertad y, así, ni podemos ni queremos.
