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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cándido Méndez debe dimitir de la UGT

Acaban de detener a 10 miembros del sindicato ugetista por presunto fraude con dinero de los cursos de formación. No son todos andaluces, ha habido detenciones, por ejemplo, en Madrid. No es la primera vez que sucede. Las investigaciones policiales ponen de manifiesto que el sindicato de Pablo Iglesias se financiaba con cursos de formación de activos y de desempleados, con aporte de facturas falsas. Empresas prestadoras de servicios : imprentas, viajes, ofimática muebles de oficina (como “Chavsa” cuyo nombre recuerda al que fuera presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, viejo laboralista de UGT), que pagaban un “bote” al sindicato como pellizco de gratitud para entrar en el engranaje y producir agendas, almanaques, banderas, cursos, viajes….

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Hay investigaciones en marcha en juzgados de Madrid y de Andalucía y ceses en innumerables delegaciones de la UGT por haber denunciado la financiación irregular puertas a dentro del sindicato. Pero este no es un asunto que afecte a Manuel Pastrana, el ex líder de UGT-A, este es un modo de hacer que afecta a más arriba, afecta al secretario general de UGT, Cándido Méndez.  La pregunta es  muy simple: ¿Es decente que tu gente del sindicato se dedique al inflado y la producción de facturas fraudulentas para malversar fondos públicos? ¡Qué gran oportunidad para demostrar a los españoles que Cándido Méndez no aprueba lo que la UCO de la Guardia Civil ha demostrado!, y es que maneja una estructura predatoria, extractiva, que actúa contra la sociedad y, muy especialmente, de los más necesitados.

Méndez proviene de la UGT Andaluza. Sin ellos no hubiera llegado nunca a ser secretario general. Cándido Méndez, aunque no se haya metido un euro de los cursos en el bolsillo, es el responsable moral de haber dejado pudrirse el sindicato en la ciénaga de las facturas falsas, los cursos que nadie inspecciona y el “bote” de los proveedores.

 

La ejemplaridad que prometió Felipe VI tiene que imponerse en todos los rincones de nuestra sociedad, en los sindicatos, de los primeros. Y eso está reñido con los sobresueldos, las dádivas, los viajes al Caribe, las mariscadas y las negociaciones prohibidas en los ERE, por no hablar de colocarse de “intruso” en prejubilaciones inmerecidas.

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