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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cifras a seguir

La euforia de los mercados en las últimas cinco semanas del 2016 puede parecer precaria, euforia infundada para algunos que pueden pensar más que en los ‘animal spirits’ en el espíritu gregario, del que se acusa a los mercados y que está actuando en grado máximo con el riesgo de una corrección generalizada y sistémica.

Los mercados desarrollados indican que lo mejor está por venir, independiente del reconocido riesgo político que aumenta en el mundo occidental.

Es bueno tener en cuenta que desde el verano algunas cifras habían empezado a mostrar una cara más estable y más amable. Mejoras en el crecimiento y en las expectativas se han venido produciendo tanto en EE.UU como en la zona euro. La temida deflación producida por la crisis financiera se vio respaldada por la caída en los precios de las materias primas desde 2015, reflejo de la débil demanda en los países desarrollados .

Pero en 2016 las cosas empezaron a cambiar. Las primeras cifras a las que prestar atención son la subida a más de 50 dólares el barril de crudo y la menos de 1200 dólares la onza de oro. La primera es el mínimo para indicar una mejora de la actividad y del interés por la reinversión: el reciente acuerdo de los productores para reducir la producción, si se cumple, ayudará a mantener y elevar el precio. El actual nivel llevará la inflación en la UE por encima del 1%, en España del 2%. El oro es el termómetro del miedo y en estos niveles de 1.200 dólares la onza, todo parece tranquilo.

Trump y las monedas ya han hecho historia: 1,05 dólares por euro, 115 yenes por euro, 127 yenes el dólar, 7 reminbis por dólar y 2,6 billones de reservas chinas. Son cifras que hay que seguir. Todas se han movido y pueden seguir haciéndolo, pero a partir de estos niveles los equilibrios económicos y políticos pueden alterarse. Todas las grandes monedas se han debilitado frente al dólar antes de la llegada de Trump.

Europeos y japoneses no se van a quejar, pero el déficit comercial norteamericano seguirá aumentando y los empleos se crearán en otro sitio y no en EE.UU. 7 reminbis por dólar será bueno para los exportadores chinos, pero para reducir la salida de capitales (últimamente a un ritmo de 70 mil millones de dólares al mes) no es una buena noticia. La estabilidad china se mirara de otra manera cuando sus reservas bajen de 2,6 billones de dólares (hoy a 3 billones). A este ritmo estaremos en el verano y hay Congreso del Partido Comunista Chino en el otoño. China lleva mucho tiempo acostumbrada a no pensar en sus reservas porque le sobraban. Otro escenario podría influenciar la política china dentro de unos meses en la Presidencia de Trump.

Los mercados han empezado a volver al ‘carry trade’ con los yenes baratos, lo que antes o después elevará su precio y frenará a Japón. Más inflación en la zona euro reforzará las posiciones contrarias al QE del BCE que piden frenarlo, todavía pronto para sustentar el crecimiento y el empleo. La paciencia de la FED ha funcionado durante ocho años para sustentar el crecimiento en Norteamérica, pero ¿es la paciencia una virtud alemana?.

Grandes fuerzas en movimiento donde muchos países emergentes tienen poco margen de maniobra. Hablemos de más cifras: 0,25 puntos básicos para la deuda a diez años norteamericana y alemana respectivamente. Todavía no están ahí, pero van por ese camino desde noviembre, y cuando llegue el cambio, el mercado de deuda se habrá consolidado. Si sucede, los flujos desde los países emergentes se acelerarán, lo que ya no compensará el aumento de las exportaciones al mercado norteamericano del dólar fuerte.

Los tipos al alza serán prematuros en la zona euro para el crecimiento y peligrosos para crisis políticas o bancarias. Pero al mismo tiempo, será una salida de una política monetaria heterodoxa de la que era muy difícil salir. El imprevisible e imprevisto cambio de expectativas que ha supuesto la presidencia de Trump es ante todo la superación de las premisas que han dominado la macroeconomía occidental del 2008: mucha regulación y austeridad fiscal. Los destrozos en el libre comercio y en la geopolítica están por ver y por llegar.

De momento, las expectativas y previsiones sobre la economía mundial han mejorado, asentadas en los países desarrollados por primera vez en más de diez años. Más inflación, más crecimiento y subidas de tipos en Norteamérica y en los mercados de bonos, son un marco más habitual y en cierto sentido, una superación de las consecuencias de la crisis del 2008. ¡Y Trump aún no ha llegado!

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