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Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 31
Quien no esté de acuerdo con la doctrina de la Iglesia Católica sobre el aborto es muy libre de oponerse de forma cívica y dialogante. Nunca entrar a profanar el Crucifijo de una catedral, como ocurrió en Madrid el viernes pasado, atándose a la imagen y despechugándose profiriendo gritos contra la propia Iglesia y su pensamiento sobre las razones morales que los católicos tenemos para oponernos al aborto.
El grupo de pensamiento existente tras esas mujeres protagonistas del suceso es absolutamente respetable, pero nunca justifica con hechos de ese cariz sus razones. Porque es que carecen de ellas, cuando abandonan las formas de educación, respeto y decencia y se entra en el exhibicionismo y en pisar los derechos que los católicos tenemos a que nadie profane un templo abierto al culto,o a la admiración del arte de un edificio construido junto al palacio real de la capital de España.
¿Cómo explicarán su hazaña a sus hijos, esas chicas, si los tienen o cuando los tengan?- Creo que nunca contarán sus maniobras de despechugue dentro de una iglesia porque es que odian la maternidad y la crianza de hijos, ya que equiparan el aborto a una mera forma de regulación de la población humana, algo que está contra la propia naturaleza humana más elemental.
¿Cómo entienden esas personas la sexualidad humana?. Se nota que la ven como una forma de disfrute casi animal sin mirar que la persona humana ha nacido para ser feliz en un mundo donde ir contra la inclinación natural como es la maternidad y paternidad, además, de no completar la función final del amor entre un hombre y una mujer que es la procreación, supone rebajar la dignidad femenina a grados más cercanos al barro que al sitio que se merece como ciudadana.
Es extraño que en la sociedad actual, donde la dignidad de la mujer es una de las mejores recuperaciones conseguidas en la legislación laboral y social, se coloque el papel femenino en un activismo más propio de gente alocada sin principios morales de ninguna clase que los iguala a los animales.
¿Qué será de unos grupos que fomentan estos números de circo en manos de mujeres?.Nunca, por supuesto, encontrarán la plenitud del desarrollo de la personalidad humana, porque quien no sabe o no quiere respetar su intimidad, sino que la vende en el interior de un templo, es porque no sabe respetar a la Religión Católica. Aunque la pregunta final que pensará el amigo lector es la siguiente: ¿Harían las chicas este exhibicionismo en el interior de una mezquita abierta al culto musulmán con esas formas absolutamente repudiables y de pésimo gusto?. Estoy seguro que no, porque la ley coránica las llevaría a la condena física más feroz, que podemos imaginar.