«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Escenarios emergentes para el terrorismo islamista. Filipinas (I)

ISIS atenta a diario contra la libertad religiosa

El año pasado, la isla de Mindanao, una de las más grandes de toda la amalgama de islotes que conforman el archipiélago de Filipinas, vivió una crisis sin precedentes. Un grupo islamista, comandado por los hermanos Maute, tomó la ciudad de Marawi, en el parte noroccidental de Mindanao.
Cuando esto ocurrió, el presidente Duterte se apresuró a hacer unas declaraciones a los medios de comunicación, en las que afirmó con total rotundidad que el “problema” de Marawi se iba a solucionar en “unos días”. Esos días se convirtieron en semanas, y acabaron siendo meses, ocho en concreto. En todo ese tiempo, los miembros del autodenominado Grupo Maute, expulsaron a los cristianos que vivían en la ciudad, arrasaron la iglesia y los colegios dirigidos por religiosos, y asesinaron a los miembros de las Fuerzas de Seguridad que les habían hecho frente.
Mientras tanto, desde Manila se lanzaban mensajes de calma, dando la impresión de que todo estaba bajo control. Sin embargo, el tiempo vino a demostrar que esos mensajes eran, digamos, inexactos, por eso de ser políticamente correcto. La operación que se había preparado para recuperar Marawi, estaba basada en el erróneo principio de “matar moscas a cañonazos”, y el resultado fue, en consecuencia, acorde a ese postulado. La artillería filipina, junto con la Fuerza Aérea, bombardearon sin descanso la pequeña localidad, dejando reducida a escombros buen parte de la misma. Los terroristas, por el contrario, seguían activos, o como se suele decir, vivitos y coleando.
Ante tan evidente despropósito, se cambió de estrategia, y se optó por desplegar fuerzas terrestres, adecuando así el tipo de respuesta a las características de la amenaza. Se hizo tarde, pero se hizo al fin y al cabo.
En paralelo a todo esto, el presidente Duterte invertía su tiempo en sacar rédito político de la situación. Poco importaban los soldados que perdía su vida en los combates con los islamistas, como tampoco lo eran los desplazados que habían provocado los terroristas al tomar la ciudad, y de los que antes hablé. Para el político, lo importante era conseguir que el líder del Moro Islamic Liberation Front, un grupo terrorista de carácter independentista, jurase al Constitución. En definitiva, conseguir la foto. Y por si acaso esto no era suficiente, hasta invitó al boxeador Maywater a visitar las zonas de combate para levantar la moral de las tropas. Debió ser porque en Filipinas no tienen una Marilyn Monroe o una Marta Sánchez, por citar ejemplos similares, pero con más estilo.
En definitiva, la crisis de Marawi que parecía iba a perpetuarse en el tiempo, seguía adelante, y las tropas filipinas se veían incapaces de, al menos, expulsar a los islamistas de la ciudad. Tuvo que ser con la “colaboración” de norteamericanos y australianos, como finalmente el Grupo Maute fue expulsado de Marawi y la zona pacificada.
Cuando esto ocurrió y la localidad volvió al control del Ejército filipino, desde Manila se anunció que el problema estaba solucionado, y que el Grupo Maute había sido desmantelado. Desde AICS se negaron ambas afirmaciones, por considerarlas erróneas y/o demasiado triunfalistas, sin pruebas que las sustentaran. Desgraciadamente, el tiempo no ha dado la razón.
Pero lo grave de estas declaraciones, o de la minimización del problema, o de declarar la Ley Marcial en gran parte de Mindanao con intenciones colaterales, era
que se estaba intentado esconder el problema. De las tres medidas anteriores, la relacionada con la Ley Marcial es lógica y ajustada a la situación; sin embargo, si esta se aplica para, además, cerrar la zona a los medios de comunicación, entonces algo falla. Y es que la mayor preocupación de Duterte era que la crisis de Marawi no afectase al turismo, una de las principales fuentes de ingresos del país. Poco importaba que los islamistas pudieran romper el cerco establecido por el Ejército, y ampliar su zona de acción hacia el este de Mindanao. Por cierto, luego esto ha ocurrido, y se han producido atentados en Dawao, a la sazón ciudad natal de Duterte.
En definitiva, en Filipinas se estaba aplicando la misma política que en Túnez o en Egipto, y no voy a recordar ahora los trágicos resultados de esta forma de proceder. Si malo es ser excesivamente triunfalista, peor lo es esconder el problema.
Filipinas, como Indonesia y Malasia, están empujadas a convertirse en uno de los dos escenarios emergentes del terrorismo islamista a gran escala. El otro es el norte de África, pero con al-Qaeda como actor principal. Esta afirmación no es solo fruto de análisis de la situación en la región, sino que está apoyada en hechos más que contrastados y que, desde Manila, se han intentado tapar hasta hace 48 horas.
A finales de año, ya se informó de la existencia de una red de apoyo logístico a los terroristas en Filipinas que partía desde Tailandia. Del mismo modo, se alertó de la llegada de combatientes procedentes de Siria e Irak, que buscaban continuar la yihad en esta parte del mundo. Las posibilidades que en especial Filipinas ofrece a los islamistas son inmejorables para sus sanguinarios propósitos. Los innumerables mares interiores entre islas, y la posibilidad de establecerse en algunos de los numerosos islotes que conforman el archipiélago, son un acicate para estos individuos que dicen luchar por Allah, pero que no son más que vulgares terroristas que disfrutan matando.
Posteriormente, se ha venido informando de un incremento significativo en el número de efectivos que estaban alistándose en las filas del Grupo Maute, ese que había sido desmantelado según Manila. De hecho, a día de hoy, el grupo terrorista cuenta con aproximadamente el mismo número de combatientes que antes del asedio a Marawi. Además, la llegada de voluntarios, indonesios y malayos, está permitiendo que grupos como el tristemente famoso Abu Sayyaf, aprendan nuevas técnicas de combate urbano, fabricación de explosivos y preparación de artefactos improvisados dispuestos a hacer explosión en cualquier lugar (los conocidos como IEDs – Improvised Explosive Device). Por cierto, déjeme el lector hacer un apunte a este respecto. Hace tiempo escuché en una tertulia a un compareciente decir que los IED se llamaban así porque eran algo que fabricaban sobre la marcha. Nada más lejos de la realidad. Se llaman “improvisados”, primero que nada, por la traducción del inglés de la palabra “Improvised”. Y segundo, esta denominación de “Improvised” se atribuye a los artefactos explosivos en los que para su fabricación no se han utilizado componentes comerciales (un teléfono móvil no es un componente normal de un artefacto explosivo reglamentario, por ejemplo), sino que aprovechan otro tipo de materiales, no regularizados como en los explosivos reglamentarios, para su confección. Para la fabricación de un IED se pueden requerir desde horas hasta días.
Volviendo al razonamiento anterior. Estos nuevos combatientes venidos desde terceros países se calcula que pueden oscilar entre 50 y 55, al menos esas son las cifras que manejamos en AICS. Curiosamente, para las autoridades filipinas el número de extranjeros en el país dispuestos a cometer atentados es de 48. Y además, esta cifra la justifican en que “tienen constancia de su llegada”. La siguiente pregunta sería, ¿por qué no se les ha arrestado?
El terrorismo islamista se alimenta, entre otras cosas, de los Gobiernos débiles. El caso de Túnez, por ejemplo, donde tras el atentado al Museo del Bardo no se quiso reconocer que el país estaba siendo utilizado por células de Estado Islámico procedentes de Libia, acabó por provocar la matanza del resort de al-Kantauri, en la localidad de Sousse. Egipto, donde el presidente al-Sisi, quien por cierto se presenta a la reelección, censura cualquier información referente a la situación en el Sinaí, está provocando que los islamistas de Ansar Bayt al-Maqdis cada vez controlen más territorio y ahora amenacen con avanzar hacia el oeste, Canal de Suez. Caso similar ocurre en Marruecos, donde la amenaza islamista es un hecho, pero que las autoridades se niegan a reconocer en su total extensión. De hecho, no fue hasta después de un Informe de Inteligencia emitido por AICS, que se incrementó la seguridad alrededor de la ciudad de Saina, en la costa mediterránea, y lugar preferido de muchos españoles para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Esto son los detalles de los que se aprovecha el terrorismo islamista.
Si en otras ocasiones hemos dicho que las situaciones de desestabilización política y social son el caldo de cultivo para la penetración de grupos islamistas en un país (Libia, Egipto, Siria, son claros ejemplos de ello), la debilidad de los Gobiernos y su persistencia en tapar la realidad son la llave que facilita su operatividad.
Hasta hace un mes, los mares interiores de Filipinas, por cierto lugar preferido del grupo Abu Sayyaf para llevar a cabo los secuestros de extranjeros (piratas), no tenían vigilancia. Ha sido después de la crisis de Marawi cuando han comenzado las patrullas conjuntas de los tres países anteriormente citados con barcos de guerra y patrulleras. Del mismo modo, tampoco se está haciendo nada contra las redes logísticas que anteriormente mencioné, algo que no se entiende porque desde AICS tenemos información detallada de los puntos de paso, tipo de armamento vendido y hasta los precios. Y me refiero a su punto inicial que es la frontera entre Tailandia y Malasia. Y si a muchos miles de kilómetros podemos tener esa información, sobre el terreno es mucho más fácil.
Hace 48 horas, un alto cargo del estamento político filipino admitió que la presencia de combatientes extranjeros en Filipinas es algo que preocupa a las autoridades del país. Del mismo modo, también reconoció la existencia de una compleja red de reclutamiento que ha permitido a grupos como Maute, alcanzar niveles de operatividad como los de hace un año. Pero no solo basta con reconocer esta realidad, sino que hay que actuar. Esconder el problema no ayuda a solucionarlo, sino que lo agrava. Pretender proteger al turismo no afrontando la realidad, es provocar que a corto plazo ese mismo turismo desaparezca. Luchar contra el terrorismo islamista es una misión global, de todos los países libres. Y como global que es implica una regulación de procedimientos, que hasta ahora no existe. El terrorismo islamista no es un asunto exclusivo de Siria, Irak, Egipto, Túnez, Argelia, Filipinas, Mali u otros países, sino de todos.
Alguna publicidad valiente y la ayuda desinteresada de muchos lectores como tú han hecho posible esta noticia. Conoces nuestra línea editorial, a contracorriente de la ideología dominante y desacomplejadamente comprometida con la dignidad humana, la unidad de España y la identidad de Europa. No es fácil ni es barato sostener un medio de comunicación que beba de estos postulados, siempre contra los más poderosos. Por eso te pedimos que nos ayudes con una aportación, que formes parte de nuestro proyecto, que ayudes a que sigamos incordiando al Poder. Puedes hacerlo de varias maneras, infórmate aquí.

TEMAS |
.
Fondo newsletter