El obispo de San Sebastián denuncia que la errática política exterior de Occidente ha generado «estados fallidos» en los que «los cristianos casi no pueden vivir».
«El futuro de Europa pasa por la defensa de las raíces cristianas». Esta es la síntesis de las ponencias del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, el exministro Jaime Mayor Oreja, y el periodista y escritor Hermann Tertsch el pasado lunes en una nueva sesión organizada por la Fundación Valores y Sociedad, y la Fundación Villacisneros para dar la batalla de las ideas al establishment.
En un abarrotado auditorio de la Mutua Madrileña, el obispo Munilla, que basó su intervención en la conferencia sobre Europa que el Papa emérito Benedicto XVI pronunció el 13 de mayo de 2004 en la biblioteca del Senado de la República Italiana, aseveró que se hirió así misma con el rechazo de la Humanae Vitae y de la llamada de San Juan Pablo II a redescubrir las raíces cristianas tras la caída del Muro de Berlín.
Una consecuencia de esta cristianofobia y este olvido de las raíces es la «errática» política exterior de Europa que «no ha tenido la más mínima consideración hacia los cristianos perseguidos en Oriente Medio» y que ha generado «estados fallidos» en los que -los cristianos- casi no pueden vivir y «se sienten totalmente desamparados». Pese a esto, Munilla afirmó que hay motivos para la esperanza porque está convencido de que «el testimonio de los mártires será una de las bazas de la Providencia de Dios para despertar a Occidente de su letargo, de su situación de mediocridad y de indiferencia».
Jaime Mayor, que abrió el turno de ponencias, declaró que la crisis que vive Europa «no es solo económica y no es solo política» sino que «está en la persona, en el corazón de la civilización» y se ha producido porque se han ido perdiendo «referentes» y «cada día tenemos menos convicciones».
Para el exministro estamos ante un «nuevo orden mundial» que es sinuoso, está basado en la asociación del «mundialismo utópico y el relativismo moral, que conlleva una sociedad liquida y un pensamiento débil» y tiene «la obsesión enfermiza de reemplazar, sustituir y destruir los valores cristianos que no solo han consolidado una fe sino también una civilización».
El fondo de este «nuevo orden», a su juicio, es la marginación y persecución del que discrepa -calificado de «ultra»-, y la desaparición del debate político de los temas más profundos de nuestra sociedad, de aquellos que «afectan a la persona, la vida y la familia». En este sentido, manifestó que «una nación encierra unas raíces que tenemos la obligación de buscarlas, encontrarlas y defenderlas», y animó a no caer en el desánimo y a no resignarse porque es «el momento de defender lo obvio».
Tertsch, por su parte, aseguró que estamos ante una batalla por la lucha por la libertad y por la supervivencia de la sociedad abierta, y denunció que el «frente socialdemócrata» en Europa quiere «una sociedad sin elementos identitarios y busca una sociedad moldeable para que los individuos sean intercambiables entre sí».
Lo hizo antes de poner en valor la tercera mayoría de Viktor Orbán en Hungría y a los países de Visegrado que tienen en común «la voluntad de resistencia» ante Angela Merkel y Jean-Claude Juncker. El periodista señaló que «faltan anclajes» en España y en Europa y «sobra pensamiento puré, pensamiento líquido», y recordó estos anclajes vienen en gran parte de la «gente libre» y no del «cortoplacismo y oportunismo» en la toma de decisiones de los políticos, y «se pueden rastrear en nuestros 2.000 años de cristiandad».