«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Familia y salarios justos – Doctrina Católica

Aprovecho esta ocasión en la que la familia ha quedado como tema en los medios de comunicación para recordar la Doctrina Social de la Iglesia en materia de salarios: Aquellos trabajadores padres de familias numerosas deben ser remunerados más altamente que aquellos solteros y sin cargas familiares. El liberal capitalista no acepta esto, pero es de saber que la economía no se puede entender como el medio para la consecución de riqueza material con la finalidad del placer egoísta individual, sino como un medio para surtir de bienes tanto materiales como espirituales a la res-pública para la perfección y santidad de todos sus miembros. Así pues, en vistas al bien común hay un deber natural de ayudar a esos padres sacrificados de familias numerosas que están sustentando y educando a las futuras generaciones que se harán cargo de la patria; deber de ayudar y derecho de los mismos a no quedarse abandonados a su suerte por unos prójimos que ni reconocen el gran valor e importancia de la familia como principal núcleo y pilar de la sociedad ni piensan que sobre sus ingresos empresariales y personales pesa junto a su derecho a la propiedad privada unos deberes de justicia natural hacia con los demás.

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«Así como no es lícito abandonar completamente la determinación del salario a la libre competencia del mercado, así tampoco es lícito que su fijación quede al arbitrio de los poderosos, sino que en esta materia deben guardarse a toda costa las normas de la justicia y de la equidad.
Esto exige que los trabajadores cobren un salario cuyo importe les permita mantener un nivel de vida verdaderamente humano y hacer frente con dignidad a sus obligaciones familiares»

Papa San Juan Pablo II.

«El que conoce las grandes encíclicas de nuestros predecesores y nuestros anteriores mensajes, no ignora que la Iglesia no duda en deducir las consecuencias prácticas que se derivan de la nobleza moral del trabajo y en apoyarlas con toda la fuerza de su autoridad. Estas exigencias comprenden, además de un salario justo, suficiente para las necesidades del obrero y de la familia»

Papa Pío XII.

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