«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Al imperialismo angloamericano, ¡Rubén Darío!

A vosotros mi lengua no debe ser extraña.

A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez…

Soy hijo de América, soy un nieto de España…

Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez…

 

Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas

den a las frentes pálidas sus caricias más puras

y alejen vuestras blancas figuras pintorescas

de nuestras mentes tristes las ideas oscuras.

 

Brumas septentrionales nos llenan de tristezas,

se mueren nuestras rosas, se agostan nuestras palmas,

casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,

y somos mendigos de nuestras pobres almas.

 

Nos predican la guerra con águilas feroces,

gerifaltes de antaño revienen a los puños,

mas no brillan las glorias de las antiguas hoces,

ni hay Rodrigos ni Jaimes, ni hay Alfonsos ni Nuños.

 

Faltos del alimento que dan las grandes cosas,

¿qué haremos los poetas sino buscar tus lagos?

A falta de laureles son muy dulces las rosas,

y a falta de victorias busquemos halagos.

 

La América Española como la España entera

fija está en el Oriente de su fatal destino;

yo interrogo a la Esfinge que el provenir espera

con la interrogación de tu cuello divino.

 

¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?

¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?

¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?

¿Callaremos ahora para llorar después?

 

He lanzado mi grito, Cisnes, entre vosotros,

que habéis sido los fieles en la desilusión,

mientras siento una fuga de americanos potros

y el estertor postrero de un caduco león…

 

…Y un cine negro dijo: ‘La noche anuncia el día’

Y uno blanco: ‘La aurora es inmortal, la aurora

es inmortal’ ¡Oh tierras de sol y de armonía,

 

aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!”

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