Las apetencias del consumidor de vino siguen, sin que nos demos cuenta, un ciclo parecido al de la propia vid. A lo largo del año, al tiempo que la planta va mutando, también lo hacen nuestros gustos y preferencias.
En primavera, la vid empieza a brotar, las yemas se rompen y crecen los nuevos sarmientos; en unas semanas aparecerán las flores. En nuestras copas es época de empezar a alejarnos de los vinos con crianza y de mayor graduación, y empezar a tomar tintos y blancos más ligeros y afrutados, como los de Penedés o Rías Baixas.
Con el verano, llegan el envero y la maduración. La uva cambia de color y acumula azúcares mientras que nuestros paladares buscan refresco. Es momento de espumosos y vinos blancos ligeros, quizás también de algún rosado o tinto muy delicado. Las altas temperaturas reclaman un vino que se pueda servir fresco, así que el es momento perfecto para los blancos de Rueda o Valdeorras, los rosados de Navarra o los tintos del Bierzo o la Conca de Barberá sin demasiada crianza.
Con el otoño llega la esperada vendimia y tras ella la caída de la hoja. La climatología se torna algo más severa y la madera se convierte en nuestra gran aliada en las copas. Apetecen los vinos con crianza, tanto blancos como tintos, y con mayor graduación. Otoño y barrica han sido siempre una combinación infalible, como atestiguan los tintos de Rioja y Montsant, o los blancos envejecidos en barrica de la Terra Alta.
Llega el invierno, época de frío, pero también de fiestas. Tras la poda, las cepas descansan y acumulan reservas para la añada siguiente, al tiempo que los consumidores nos alejamos de los vinos blancos y buscamos la tanicidad y el empaque de los tintos, sin duda, los preferidos por la mayoría de consumidores. Es época de vinos estructurados, como los del Priorat o Toro, pero también de buenos espumosos como los cavas gran reserva que nos ayuden a resaltar lo mejor de nuestros platos navideños.
Así, del mismo modo en que el ciclo de la vid se iniciará una añada más, nuestros paladares volverán a adaptarse a las distintas épocas del año, siguiendo un camino ya recorrido, pero no por ello menos especial.
Por el Equipo de someliers de Vinissimus