«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La importancia de la estación del año a la hora de elegir el vino

Las apetencias del consumidor de vino siguen, sin que nos demos cuenta, un ciclo parecido al de la propia vid. A lo largo del año, al tiempo que la planta va mutando, también lo hacen nuestros gustos y preferencias.

En primavera, la vid empieza a brotar, las yemas se rompen y crecen los nuevos sarmientos; en unas semanas aparecerán las flores. En nuestras copas es época de empezar a alejarnos de los vinos con crianza y de mayor graduación, y empezar a tomar tintos y blancos más ligeros y afrutados, como los de Penedés o Rías Baixas.
Con el verano, llegan el envero y la maduración. La uva cambia de color y acumula azúcares mientras que nuestros paladares buscan refresco. Es momento de espumosos y vinos blancos ligeros, quizás también de algún rosado o tinto muy delicado. Las altas temperaturas reclaman un vino que se pueda servir fresco, así que el es momento perfecto para los blancos de Rueda o Valdeorras, los rosados de Navarra o los tintos del Bierzo o la Conca de Barberá sin demasiada crianza.
Con el otoño llega la esperada vendimia y tras ella la caída de la hoja. La climatología se torna algo más severa y la madera se convierte en nuestra gran aliada en las copas. Apetecen los vinos con crianza, tanto blancos como tintos, y con mayor graduación. Otoño y barrica han sido siempre una combinación infalible, como atestiguan los tintos de Rioja y Montsant, o los blancos envejecidos en barrica de la Terra Alta.
Llega el invierno, época de frío, pero también de fiestas. Tras la poda, las cepas descansan y acumulan reservas para la añada siguiente, al tiempo que los consumidores nos alejamos de los vinos blancos y buscamos la tanicidad y el empaque de los tintos, sin duda, los preferidos por la mayoría de consumidores. Es época de vinos estructurados, como los del Priorat o Toro, pero también de buenos espumosos como los cavas gran reserva que nos ayuden a resaltar lo mejor de nuestros platos navideños.
Así, del mismo modo en que el ciclo de la vid se iniciará una añada más, nuestros paladares volverán a adaptarse a las distintas épocas del año, siguiendo un camino ya recorrido, pero no por ello menos especial.
Por el Equipo de someliers de Vinissimus

TEMAS |
.
Fondo newsletter