«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La residencia Kirikiño muestra su apoyo social durante el post-confinamiento

Diversas Comunidades Autónomas comienzan a entrar en la fase 1 de la llamada desescalada, entre ellas Euskadi. En estos momentos de transición muchas son las personas que vuelven la vista atrás, con cierto alivio agridulce. Tratando de procesar todo lo que se ha vivido durante esta época infausta, al tiempo que se intenta vislumbrar un futuro que se sabe incierto.

Es hora de empezar a salir con precaución del aislamiento social; pero hay que hacerlo con estrategia y grandes dosis de consciencia. Y cabe esperar que muchos lo hagan llenos de cicatrices y algún que otro golpe bajo. En efecto, es de esperar que, infelizmente, algunas personas hayan perdido a un familiar durante este enfrentamiento con el COVID-19. Otras, hayan perdido su fuente de ingresos económicos. No pocas, seguramente, salgan del confinamiento con deudas inesperadas.

Sin embargo, de lo que no hay lugar a dudas, es que toda la población se emancipe de su retiro doméstico obligado cargando un duro impacto psicológico. Se está ante un estrés postraumático post-confinamiento. Generado tras semanas de rutina atípica, carencia de ejercicio físico y mucha angustia e incertidumbre contenidas en el cuerpo.

Una residencia de mayores volcada con la sociedad

Y, si bien no resulta ético comparar el deterioro de la salud mental de cada ciudadano o ciudadana; es justo reconocer que uno de los sectores de la población que más han sufrido los estragos de esta crisis es el de los profesionales geriátricos. Al igual que el colectivo de mayores, personas enfermas crónicas y sus familiares.

Por eso, el equipo de la residencia de ancianos y centro de día Kirikiño está llevando a cabo una campaña divulgativa centrada en el post-confinamiento. Con la intención de apoyar, desde una perspectiva psicológica y emocional, a la población para retomar la nueva vida social que se abre en el horizonte.

Así, a través de sus canales de divulgación social, el equipo de la residencia Kirikiño lanza una serie de recomendaciones para aplicar en los tiempos actuales. Su finalidad reside en mejorar y reforzar la salud integral de sus conciudadanos y conciudadanas. Aunque no cabe duda de que su mayor preocupación se focaliza en las personas ancianas y en sus familiares. A fin de cuentas, son la colectividad con y por quienes Kirikiño trabaja desde hace tres décadas. «Hoy más que nunca, se considera que esta es la directriz que debe seguir el compromiso social», matizan.

«Kirikiño es un centro geriátrico muy involucrado con su medio social, conocedor de los daños y perjuicios que este confinamiento ha provocado en la sociedad. La situación de aislamiento, soledad, tedio y temor vivido durante estos meses deja unas repercusiones negativas tremendas. Especialmente, en lo que a salud mental se refiere». Así lo expresan los responsables de esta residencia de ancianos ubicada en el barrio bilbaíno de Santutxu.

La lucha a brazo partido de las residencias de mayores contra el COVID-19
Y prosiguen desde la residencia Kirikiño: «Celebramos la inmensa fortuna de que el centro ha dado absolutamente negativo en los test de coronavirus. Pero, así y todo, ese no es el único punto a considerar. Ahora hay que reconstruir la autoestima de las personas, hacer de su vulnerabilidad su mayor fortaleza. Porque es desde ahí donde flexibilizar ante los cambios que se vienen».

Estas palabras, dichas por quien ha vivido en primera persona la batalla que las residencias de ancianos han tenido que enfrentar contra la crisis del COVID-19, son dignas de admiración. Y es que pocas entidades como los centros geriátricos se han visto tan golpeadas por esta pandemia.

En efecto, el estado de alarma y la cantidad de personas mayores derrotadas por el coronavirus, pusieron a las residencias en el ojo del huracán. Su encomiable labor social llegó a verse empañada por una catástrofe sanitaria inusitada, imposible de controlar dada su novedad.

Pero, a pesar de las críticas y las campañas de desprestigios que ha azotado a las residencias geriátricas, éstas siguieron realizando su labor. Exponiéndose a ser contagiados; a compaginar una cuarentena auspiciada por el pavor social, con su trabajo diario. Mostrando su mejor cara para tranquilizar a los y las residentes; mientras el personal geriátrico gestionaba sus propios miedos e incertezas en silencio.

Trabajando con la sociedad
Trabajar el miedo, la inseguridad, el dejar atrás la zona de confort, es lo que toca a partir de ahora. Vienen tiempos difíciles e inciertos para la sociedad, con una pandemia aún amenazante que coadyuva con una crisis económica que promete sacudir los cimientos. «Se quiere ayudar a la gente a salir adelante y mantener la confianza en todo este proceso que toca vivir», afirman desde Kirikiño.

«Vienen meses complicados para toda la población, por eso es importante reforzar la empatía y la ayuda entre todos. Y eso es lo que permite salir de esta crisis y seguir adelante».

Ahora bien, la resiliencia, la aceptación de la vulnerabilidad y la actitud de superación son músculos psicológicos que se deben ejercitar. Y desde las plataformas de la residencia y centro de día Kirikiño darán herramientas para hacerlo con éxito. A fin y al cabo, ellos son los más capacitados para enseñarnos, después de todo lo que han vivido.

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