«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El lastre de la Botella

Dicen fontaneros del PP que Ana Botella supone un lastre para ganar Madrid. Es probable. Al lastre, pesado sin duda, del PP de Rajoy se le pueden sumar los distintos lastres que pesan sobre Ana Botella y también, algo hay, el lastre de su poco perfil político, de su gestión en el Madrid Arena y de algún otro café demasiado relaxin en la Plaza Mayor.

El primer lastre que pesó sobre ella fue el ser moneda de cambio para que Gallardón consiguiera la bendición de Aznar como candidato de Madrid. La verdad es que Botella se dejó, pero no para ser alcaldesa sino para ocupar una cartera, que no es en absoluto lo mismo. Cuando accedió a la alcaldía asumió el lastre casi insoportable de las deudas del macroayuntamiento y de las macroobras gallardonianas. De ahí salió, más que ilesa, con medallas, dado que redujo el déficit desbocado de Madrid casi a la mitad.

Sobre doña Ana pesa otro lastre bien querido por ella: ser la esposa de Aznar. Todos los que odian al PP, odian a Aznar; y muchos del propio PP, también, porque la figura del expresidente les deja en evidencia.
Si a estos pesos muertos le añadimos la crisis, las políticas tan poco PP de Rajoy y el poco tirón político de la que solo es buena gestora, el lastre, convertido en losa, se hace casi inarrastrable.​

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