En las universidades se conocen con el concepto de mariachis a todos los becarios, adjuntos, no numerarios, y piezas similares que están adorando y dorando la peana del jefe del departamento que sea, esperando que el dedazo les suba el cargo de confianza y los sitúe en una lugar de poder hasta suceder al jefazo departamental.
En los hospitales ocurre algo parecido, los mariachis son los medicos internos residentes que acuden a las habitaciones de los enfermos acompañados con el resto del personal y del jefe de servicio que sea dentro del cuadro clinico que ofrece el hospital tal o cual.
Cuando los obispos acuden a Roma a gestionar asuntos diocesanos, como es el caso de la visita al sucesor de Pedro, que está teniendo lugar durante estos días, se dejan acompañar por sus correspondientes mariachis que son curas elegidos a dedo entre los que tienen ese regalo del obispo de turno. Es un clero esencialmente pelotillero desde sus tiempos de estudiantes. El oficio de mariachis les va que ni pintado.
Algunos de estos mariachis tienen ansias de llegar a ser mitrados, algún día, aunque sea en la diócesis tal o cual. Buscan algún enchufe en la curia romana para que su nombre lo cuelen en algunas de las ternas que llegan desde las nunciaturas. Desean ser conocidos y que los conozcan. En sus diócesis de origen tienen una claque segura que les hace de palmeros con gestos de sumisión a sus apetencias episcopales.
Buscan una foto con el sucesor de Pedro más que un plato de comida caliente aquel Carpanta que salía en los tebeos de antaño soñando siempre con un pollo asado tras del cristal del escaparate del restaurante.
Esta vez se han quedado con tres palmos de narices, pues corre por Roma el rumor que es realidad que se han prohibido esas carreras por hacer carreras mediante una foto con el sucesor de Pedro actual. Lo cual ha desanimado a muchos de estos mariachis que se han contentado con ser solamente unos turistas más de la Ciudad Eterna.
Pobres hombres. Ir a Roma para que no se les abra las puertas a sus apetencias episcopales. Alguno está tomando pastillas para la depresión que se ha pillado.
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Tomás de la Torre Lendínez