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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Olfato animal y cáncer

Unos científicos españoles desarrollan métodos que, emulando las técnicas animales olfativas, tratan de efectuar una detección precoz y no invasiva de algunos tumores.

Los traficantes de droga saben que los perros rastreadores son sus peores enemigos. La hipersensibilidad de su olfato supone una ayuda inestimable en la detección de numerosos productos que para la pituitaria humana pasan desapercibidos. Hay experiencias recientes que sugieren que algunos animales, entre ellos el perro, estarían capacitados para detectar el cáncer en humanos a través de los productos volátiles que desprenden estos pacientes en el aire pulmonar espirado o en el aliento.

Ahora, unos científicos españoles, bajo los auspicios y el patrocinio de la Fundación Científica de la Asociación Española Contra el Cáncer, desarrollan métodos que, emulando las técnicas animales olfativas, tratan de efectuar una detección precoz y no invasiva de algunos tumores, en especial el colorrectal, un cáncer cuya prevalencia ocupa el tercer lugar dentro del espectro de todos los tumores malignos.

El proyecto está dirigido por el Dr. Enrique Casado, responsable de la Unidad de Oncología del Hospital Infanta Sofía, en cooperación con el Grupo de Tratamiento Numérico de la Universidad Politécnica de Madrid. En el protocolo de investigación se emplea una técnica basada en la espectrometría de masas adaptada al análisis de sustancias volátiles exhaladas en el aliento para explorar su potencial utilidad en el diagnóstico precoz del cáncer de colon y recto.

Los pacientes sospechosos de padecer este tipo de tumores podrán ser identificados con este sencillo y no invasivo procedimiento, similar al que utiliza la policía de tráfico para determinar el nivel de alcohol en sangre de los conductores, o la prueba del aliento para diagnosticar la presencia en el estómago del helicobacter pylori responsable de muchas úlceras gástricas.

No hay que echar las campanas al vuelo puesto que esta experiencia clínica está en fase de desarrollo y habrá que esperar un tiempo prudencial para evaluar la eficacia de los resultados. No obstante, es un paso más en el diagnóstico precoz de una enfermedad cuya mortalidad supone algo más del 20% por todas las causas, aunque inferior a la de las enfermedades cardiovasculares con casi un 50% de morbimortalidad global si a ello le sumamos el ictus.

La experiencia puede suponer un paso trascendente desde que es un hecho cierto que a mayor precocidad en el diagnóstico del cáncer mayores son las posibilidades de curación.

La ciencia española, a pesar de las dificultades y las penurias impuestas por una política miope, sigue trabajando con profesionalidad y entusiasmo para no perder el lugar de excelencia que le corresponde dentro del contexto científico mundial. 

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