Después de, entre asombrado y escandalizado, ver y oír el juramento del nuevo Rey –poner a Dios por testigo- a una Constitución –texto humano y por tanto cambiante-, he escuchado el discurso con atención. Ya dije que el mensaje era la suma de símbolos y texto; si bien la parte de los símbolos me parecía y me sigue pareciendo un error de bulto, el texto lo califico de muy bueno.
Pienso que, por el contenido, el nuevo Rey sabe dónde se mete y sabe lo que le espera; eso para mí ya es suficiente.
Sabe que los españoles están sufriendo la crisis y que los jóvenes están buscando trabajo. Sabe que a la Monarquía española le ha faltado ejemplaridad y que él debe ser mejor que todos. Sabe que las víctimas del terrorismo están abandonadas y sabe que nuestras instituciones pasan por muy mal momento. Sabe que “no es un hombre más que otro, si no hace más que otro” mensaje que él se piensa aplicar y que entiendo reclama para todos los políticos. Sabe, y bien claro lo ha dicho, que él cree en la unidad de España por diversa que la entienda.