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BUENOS AIRES.- Murió en Sevilla uno de los responsables ideológicos de la fractura social que vive el país. Ernesto Laclau (Bs. As., 1935 – Sevilla, 2014). La ambición de los Kirchner confrontó a los argentinos, pero atrás estaba el teórico Laclau. Politólogo nacido en Argentina. Un emigrado que vivió la mayor parte de su vida en Gran Bretaña, llegando a ser profesor de Teoría Política en la Universidad de Essex.
Fue prácticamente un desconocido para nosotros hasta que los Kirchner lo transformaron a partir de 2007 en su voz más autorizada. Una especie de gurú o cuco pensante que le dió solidez intelectual al kirchnerismo.
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Como dice Santiago Kovadloff, el filósofo Laclau le «brindó al kirchnerismo tardío la fuente propicia donde saciar su pasión por el enmascaramiento discursivo» y revestirlo con un «barniz teórico» (La Nación, 14/4/2014). Kovadloff es una de las plumas más equilibradas que puede leerse actualmente en el Río de la Plata.
El profesor Alberto Benegas Lynch (h.), reconocido académico argentino, también lo ha definido con certeza: «Se ha escrito mucho sobre el autor (…) pero observo que la mayoría, sea para criticarlo o para aplaudir lo que dice, se aferra a sus extensos e interminables textos farragosos, en tramos ininteligibles, construidos en base a una larga cadena de galimatías conceptuales. No es que todo lo que escribió Laclau sea incomprensible; hay pasajes muy claros, pero parecería que el estilo obedece a una estrategia que consiste en tirar la estocada con una idea-fuerza y luego adornarla largamente con una escritura sin sentido alguno para impresionar a los snobs y a los acomplejados…» (Infobae.com, 19/4/2014)
Laclau se destacó por su estudio de los antagonismos como fuente para la construcción de poderes hegemónicos. No en vano un sector del periodismo lo ha catalogado como el «Ideólogo de la Argentina dividida». No solamente los Kirchner recurrieron a esa fuente. También Carlos Zannini, Juan Manuel Abal Medina (h.), Daniel Filmus, Martín Sabbatella, Agustín Rossi, Jorge Coscia, Ricardo Forster, José Pablo Feinmann, y varios jóvenes de La Cámpora que lo encumbraron para legitimar su accionar conflictivo.
Laclau encontró un admirador o discípulo en España. El joven doctor e investigador en Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Íñigo Errejón. Uno de los líderes del partido político “Podemos”, junto a Pablo Iglesias.
Leamos las palabras del español despidiéndolo: «Ernesto Laclau ha fallecido cuando más falta hacía, en el filo de un momento de incertidumbre y apertura de grietas para posibilidades inéditas. Para pensar los desafíos de la sedimentación de la irrupción plebeya y constituyente en los estados latinoamericanos y para atreverse en el sur de Europa con los retos de cómo convertir el descontento y sufrimiento de mayorías en nuevas hegemonías populares. Nos deja frente a esa tarea pero no solos, sino con unas categorías vivas y una veta abierta y rica de pensamiento audaz y radical, a estudiar, traducir y llevar más allá de sus contornos, como hiciera él mismo con las ideas de Antonio Gramsci, encontrarle aliados insospechados, huecos inadvertidos y potencialidades no previstas. Deja sembrado, junto con muchos otros, el caudal intelectual y político de una América Latina que ha expandido el horizonte de lo posible y nos ha devuelto la política como creación, tensión y apertura. También como arte cotidiano y plebeyo. Una América Latina que demuestra que a veces, con más audacia y creación que esencias, con más estudio que dogmas, con más insolencia que garantías y manuales, sí se puede.» (Publico.es, 14/4/2014).
Difícil reconocer a Ernesto Laclau como argentino. Desde hace muchos años era ciudadano británico. Sus estudios están ligados a intelectuales extranjeros que no tienen relación con nuestra idiosincrasia, tales como Eric Hobsbawn, Carl Schmitt, Georges Sorel, Perry Anderson, Slavoj Zizek, Jacques Derrida, y su pareja la politóloga belga Chantal Mouffe. El mismo se consideraba un posmarxista continuador de la obra de Antonio Gramsci, fundador del Partido Comunista Italiano.
Su punto de contacto más notable con la política argentina es haber sido agitador o activista junto a Jorge Abelardo Ramos (Bs. Aires, 1921 – 1994) en los años sesenta, antes de emigrar. El trotskista Ramos, fogoso luchador de la izquierda argentina que terminó siendo embajador durante la presidencia del Dr. Carlos Saul Menem.
Laclau fue un impulsor del “populismo latino-americanista”. Era chavista y apoyó la reelección presidencial indefinida. Instigó las elevadas retenciones o impuestos a las exportaciones agropecuarias y la profundización de la política confrontativa. Materia gris del famoso “Vamos por todo” de Cristina Kirchner, y asesor presidencial en materia discursiva. En ninguna de sus disertaciones se lo escucha hablando de unidad nacional o del diálogo como herramienta política. Laclau sólo creyó en los conflictos. Así lo ha señalado correctamente el diputado justicialista Eduardo Amadeo (14/4/2014).
Como licenciado en Historia egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA, 1964) no parece haberse preocupado en comprender el pensamiento autóctono de los argentinos. Tampoco formó parte del revisionismo argentino, como insinúan algunos. Al igual que Jorge Abelardo Ramos, jamás distinguió entre el proyecto latinoamericanista de Napoleón III y el de nuestros emancipadores criollos. Laclau no fue un defensor de las identidades culturales de América del Sur. Las subestimó latinizándolas a todas con su pensamiento bonapartista. Interpretó la emancipación hispanoamericana con acento revolucionario francés. Omitiendo el estudio de los intereses de las potencias marítimas en la caída de España y usufructo posterior de las ex colonias.
Ernesto Laclau. Lejos del pensamiento argentino. Lejos de los hermanos Moreno. Lejos de San Martín, Alvear y Rosas. Lejos de Mitre y Sarmiento. Muy lejos de nuestras tradiciones más queridas. Ahí está Laclau, un híbrido cultural de nuestro tiempo. MGB 22/4/2014.
Foto. Cristina Kirchner y Ernesto Laclau en la Residencia de Olivos (11/2012).