«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El síndrome del spray

Recientemente en el fútbol ha aparecido el spray para marcar la distancia de las faltas. Ya era hora, los futbolistas llevan años jugando al gato y al ratón con los árbitros para acortar la distancia entre pelota y barrera. Este hecho me sirve para comentar lo que está pasando ahora con el raca raca catalán.

 En el momento que el Tribunal Constitucional –el espray- entra en el juego, ya están claros los límites donde debe estar el balón y los que definen la posición de los defensores. Si alguno se pasa de la raya blanca, se nota y es clave que el árbitro –en este caso el gobierno de la nación- actúe: tarjeta amarilla ipso facto.

 Si el gobierno no actúa, se sonríe o simplemente hace la vista gorda no habrá quien se mantenga en los límites permitidos. Hay que esperar que los distintos jugadores tienten la suerte, si cuela cuela, pero hay que exigir que el árbitro, por el bien del juego, sea implacable aunque sonría.​

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