Teruel es la Ćŗnica capital de provincia que el ejĆ©rcito republicano logró conquistar durante toda la Guerra Civil. No les duró mucho la alegrĆa en aquel invierno de 1937-38, porque el contragolpe de las tropas nacionales logró recuperar la ciudad dos meses despuĆ©s de haberla perdido.
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Es una constante en la historiografĆa defensora de la Memoria Histórica seƱalar que cada vez que el ejĆ©rcito nacional tomaba una ciudad, se cometĆa una salvaje represión. Pero entre sus escritos jamĆ”s se hace mención a los dos meses largos de terror al que sometieron a los habitantes de la ciudad aragonesa.
No solamente a los habitantes de la capital, también ocurrió lo mismo en los pueblos próximos que cayeron en manos del Frente Popular tras la toma de Teruel. Los datos de represión en la capital y los municipios de su entorno han sido estudiados y arrojan un dato escalofriante: mÔs de 800 muertes en esos dos meses, que sumados al resto de la represión republicana en la provincia arrojan un total de 1.702 asesinatos, en la que era entonces la segunda provincia menos poblada de España.
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CentrĆ”ndonos en la capital provincial durante los dos meses de ocupación -del 22 de diciembre de 1937 al 22 de febrero de 1938- los muertos fueron 129 a manos de los milicianos, principalmente comunistas y anarquistas, que tomaron la ciudad. AdemĆ”s, son constantes las ejecuciones en grupo que empezaron en la misma madrugada del 23 de diciembre, solamente un dĆa despuĆ©s de la entrada de las tropas del general HernĆ”ndez Saravia, antiguo ministro de la Guerra que mandaba el EjĆ©rcito de Levante formado por 80.000 soldados, en la ciudad que defendĆa el coronel Rey dāHarcourt con apenas 4.000 hombres entre soldados, voluntarios y guardias civiles.
La represión fue brutal en los primeros momentos, cuando se asesinaba a grupos de entre ocho y doce personas. Los lugares elegidos para los crĆmenes eran: el huerto de RodrĆguez, la caretera de AlcaƱiz o la trasera del cementerio.
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Las profesiones de las vĆctimas eran muy variadas: desde empleados a industriales, pasando por labradores, sastres, mecĆ”nicos, oficiales de imprenta y, por supuesto, militares de diversas graduaciones y religiosos.
Los crĆmenes no se concentraron solamente en los primeros dĆas. Los frentepopulistas conservaron con vida a varias autoridades que solamente fueron asesinadas tres dĆas antes de la entrada de las tropas nacionales al mando del general DĆ”vila en la ciudad. Entre ellos se encuentran un grupo de nueve industriales a los que los milicianos mantenĆan prisioneros mientras negociaban un rescate con sus familias. Un rescate que fue pagado, pero que no salvó de ser asesinados a los empresarios. AdemĆ”s, su muerte se produjo por ahogamiento.
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La mayorĆa de las vĆctimas de la represión en Teruel estaban adscritas ideológicamente a Acción Popular, a la Falange y al carlismo.
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