«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Tradición sí, pero republicana

He hablado estos días con muchas personas que se dicen monárquicas.Creen de buena fe que la monarquía en España es fuente de estabilidad y garantía de paz social. Una especie de garante de la buena marcha de nuestro país y una magnífica forma de ser representados en el exterior.

El conocido “cada uno de nos somos tanto como vos, pero todos juntos mucho más que vos” del jurat en cap Francisco de Vinatea lo ha explicitado Felipe de Borbon en su discurso ante las Cortes al afirmar el principio de soberanía popular. La Casa de Borbon, con el ya tan lejano episodio de la monarquía absoluta instaurada por Felipe V después de la guerra de sucesión, busca un bautismo democrático inclinando la cabeza ante sus señorías diputados y senadores. ¡La restauración franquista ha sido destronada!

Resulta difícil oponerse a una corriente mayoritaria de opinión, adecuadamente engrasada en los medios gubernamentales o institucionales,en virtud de la cual todo lo que no sea la continuidad borbónica es un salto en el vacío completamente irresponsable que acarrearía grandes males.

Qué duda cabe que todo cambio implica riesgos. Una modificación de la forma de Estado supone un cambio muy significativo en nuestro sistema político. En una organización “republicana” a lo EEUU el presidente del gobierno sería a su vez jefe del Estado y sería necesario arbitrar un poder bicameral fuerte y más dependiente de los electores. Al mismo tiempo sería indeclinable un Tribunal Supremo no sujeto al albur del poder político de turno.

Este sencillo cambio no duplicaría gastos en la jefatura de Gobierno/Estado y acabaría con el déficit democrático que conlleva el sistema monárquico.

La argumentación enunciada topa inevitablemente en la conversación con los partidarios del rey con el argumento del respeto de la América Hispana a la tradición histórica y sus consecuencias económicas benefactoras. La tradición se convierte asi en un argumento para la continuidad, en la roca sobre la que edificar la continuidad.

Pero hete aquí que en la misma proclamación de Felipe VI la misma tradición esgrimida ha sido literalmente triturada por los inconfesados objetivos de quienes tienen un irrenunciable objetivo republicano para España y el rey lo ha asumido tal cual. Juan Carlos no era el más republicano de los reyes como dijo, Felipe le ha superado ya.

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