«Mi padre era el hombre más agradable del mundo», recuerda Ingebirgitt Hannah Hoess, que tenía tan sólo cinco años cuando su padre, Rudolph Hoess, fue nombrado comandante del campo de Auschwitz, el lugar que los nazis convirtieron en la «mayor máquina de destrucción humana de todos los tiempos», tal y como lo definió en su diario personal.
La mujer, que ahora tiene 81 años, asegura que nunca supo nada y siempre consideró que su infancia «había sido maravillosa». Ingebirgitt ha decidido conceder una entrevista para la revista Stern, donde reconoce que «nunca pregunté por qué había vallas y torres de vigilancia. Cuando tienes nueve años, tu mente está ocupada en otras cosas». Sí recuerda la hija de Hoess el humo que a veces asolaba la terraza de su casa, sin saber que provenía de los crematorios donde ardían miles de judíos.
Las tardes de juegos y risas se vieron interrumpidas bruscamente al final de la guerra, los rusos se acercaban rápidamente a Auswichtz y una diezmada Werhmacht no podía hacer frente al ejército soviético. Su padre decidió entonces escapar hacia el norte del país, mientras que Ingebirigitt, junto a su madre y el resto de hermanos, se escondió en una fábrica de azúcar.
«Fue el peor momento. Lo único que sabíamos era que nuestro padre se había ido y luego nos dijeron que había muerto», recuerda. Sin embargo, Hoess no murió hasta 1947, cuando fue capturado por soldados británicos, llevado a Auschwitz y ahorcado allí mismo, no sin antes confesar con regocijo las atrocidades que había impulsado en él.
‘¡No puede ser!’
Después de la guerra, cuando se comenzaron a conocer las atrocidades nazis, Ingebirgitt reconoce que, al principio, no podía creerlo. No obstante, unos meses después, sí entendió que «era algo que había ocurrido en la familia. Me pongo muy triste cuando pienso en ello».
Tras mudarse a España para trabajar como modelo, la hija de Hoess decidió cambiar su nombre por el de Brigitte. Cuando se fue a vivir a Estados Unidos, recién casada con un ingeniero irlandés, comenzó a trabajar en una tienda de moda de Washington, perteneciente a judíos, hasta que un día decidió confesarles que era la hija Rudolph Hoess.
«Ellos me dijeron que no podría haber evitado lo que hizo él, que era una niña y debía aceptarlo», explica Brigitte, que desde aquel momento dejó de negar lo sucedido en Auschwitz.
La hija del comandante ha pasado la mayor parte de su vida con miedo de hablar sobre él y, a pesar de ser uno de los mayores asesinos de la historia, lo recuerda con cierto cariño: «Fue el hombre más agradable del mundo, era muy bueno con nosotros».