Años de cubrir información internacional me han dejado a medio camino entre el cínico y el conspiranoico, y de la experiencia apenas he aprendido de qué va la vaina, solo dos principios universales: que rara vez, si alguna, las cosas son lo que parecen y que, por parafrasear a Pascal, la geopolítica tiene razones que la razón política nacional no entiende.
Mis cuatro cabeceras sacan a sus portada a un mismo personaje, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y autoproclamado jefe de Estado, un dato que reconoce Estados Unidos y una creciente ristra de aliados. Dos de ellas, además, abren con idéntica foto, Guaidó con una mano en el corazón y con un pequeño retrato de Bolívar en la otra.
Los titulares, siguiendo el orden que acostumbro, van de lo más sucinto y menos comprometido al grito partidista, que en la prensa convencional de información general me suena siempre como un tenedor arañando una pizarra.
Así, El País titula de forma fría, precisa y bastante completa que ‘El líder opositor venezolano se declara presidente interino apoyado por Trump’. El titular, como no podía dejar de suceder, tiene sus trampitas; ‘líder opositor’ obvia que es presidente de la Asamblea, cargo que, según la Constitución aprobada por Chávez, le permitiría reivindicar la jefatura de Gobierno. «Apoyado por Trump», asimismo, pasa por alto que también lo ha sido por una mayoría de jefes de Estado latinoamericanos, sus vecinos, aunque estoy dispuesto a reconocer que el reconocimiento de Washington ha sido el determinante.
El Mundo, con idéntica foto, la ya descrita, titula por este último dato: ‘Trump reconoce a Juan Guaidó como presidente de Venezuela’. Naturalmente, exige del lector un conocimiento previo de la política venezolana al no decir ni una palabra de quién es el tal Guaidó.
En ABC empieza el desbarre. La foto es el mismo personaje, ya sin enarbolar a Bolívar, con la mano en el corazón en un evidente posado para la Historia. ‘Venezuela despierta contra el régimen’. Lo reconozco, siento verdadera alergia hacia estos titulares que lo tienen todo: imprecisión, sinécdoque abusiva (¿»Venezuela»?) y exaltada metáfora biológica. Tenemos que imaginar a un país entero dormido como la Bella Durmiento a la que el beso de Trump la ha despertado. No sé.
Y lo de La Razón ya me mata. El personaje omnipresente aparece en su portada con el rostro deformado por un grito que no le favorece precisamente. La política a gritos no suele acabar bien. Pero la palma se la lleva el titular: ‘¡Guaidó presidente!’. Marhuenda se suma así a la lista de mandatarios internacionales que reconocen al presidente de la Asamblea Nacional como jefe de Estado legítimo de Venezuela.
Es espantosamente ridículo. Un diario no tiene que decidir quién es el presidente legítimo de un país extranjero, su obligación, asaz más modesta, es informar de lo que pasa. Imagino que se le queda pequeña. Por seguir: los signos de exclamación están de más en un titular, siempre. Si la noticia lo vale, el lector ya decidirá si debe o no asombrarse. Ni la declaración de guerra mundial precisa ese manipulador amarillismo diacrítico.
Y, por supuesto, un diario generalista que se respete debe poner lo que pasa, no lo que desea. Hasta admitimos que el mismo titular, con una coma entre el nombre y el cargo y sin signos de admiración, podría valer: estaría informando que Guaidó ES presidente, si se diera el caso. Pero sin ella es una consigna, una pancarta, el gritito histérico de una capitana de animadoras.