Lo que hace del PP un partido corrupto no es que fulano o mengano metan la mano en la caja. No, porque con toda seguridad hay en el PP otros muchos miles de fulanos o menganos que jamĆ”s se llevarĆan un euro que no sea suyo. Tampoco el PP es un partido estructuralmente corrupto por haber creado una red de financiación paralela. No, porque eso podrĆa arreglarse depurando responsabilidades y, por otro lado, se supone que precisamente esa cuestión es la que se dirime ahora en los tribunales. Ni el PP, en fin, es un partido especialmente mĆ”s corrupto que los demĆ”s. No, porque los casos que sacuden al PSOE o al separatismo catalĆ”n, o incluso a los mĆ”s recientes como Podemos, son frecuentemente mĆ”s graves. La corrupción forma parte de la naturaleza humana. Justamente por eso hacen falta leyes. El PP, en este capĆtulo, no es peor ni mejor que los demĆ”s.
No, no. Lo que hace del PP actual un partido esencialmente corrupto no es lo económico, sino lo polĆtico: el haber traicionado sin el menor empacho las convicciones, ideas y principios de la inmensa mayorĆa de sus votantes. ĀæHay que enumerar las traiciones? Imponer una polĆtica fiscal confiscatoria, validar la cainita āley de memoria históricaā, consolidar la ley del aborto de Zapatero, consagrar el llamado āmatrimonio homosexualā, desmantelar los medios de comunicación y asociaciones cĆvicas de la derecha social, suscribir la normalización polĆtica de ETA, impulsar la āideologĆa de gĆ©neroā incluso dictando legislaciones liberticidas, reforzar el tinglado autonómico en beneficio de sus propios caciques locales, elevar la deuda pĆŗblica hasta lo irreparable, anteponer los intereses de las oligarquĆas financiero-mediĆ”ticas a los intereses nacionales, colaborar en la destrucción del modelo de enseƱanza, asumir como propia la ideologĆa social de la izquierda, renunciar definitivamente a cualquier resto de soberanĆa nacional⦠¿No es suficiente?
La corrupción esencial del PP consiste en esto: haberse convertido en una estructura amoral de poder, con palmario desprecio de las ideas que dice representar y, por supuesto, de los ciudadanos que le votan. Y todo eso, que es lo verdaderamente grave, no lo sancionarÔ ningún juez.
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