«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La caricaturización del abuso masculino

Igual pero a la inversa que en los 70 y 80 el cine y la televisión vuelven cómicas situaciones de abuso hacia los hombres por parte de las mujeres.
Vivimos una época extraña en los proyectos audiovisuales. Por primera vez, veremos un Spider-man de color o una mujer haciendo el papel del Dr. Who para la televisión británica (o doctora, en este caso). Es extraña, porque minorías silenciosas comienzan lentamente a ser reconocidas como parte del principal referente cultural: la televisión y el cine; y es extraña porque su presencia va en contra de lo que era la norma, negros en segundo plano y mujeres débiles.
Es de aplaudir, pero hablemos de Howard Wolowitz. Uno de los personajes principales dentro de la popular comedia Big Band Theory. Podemos decir muchas cosas sobre él y podemos señalar muchos de sus defectos. Es machista, egoísta, siente amenazada su masculinidad continuamente y trata como objetos a muchas de las mujeres de su entorno. Esto es malo. Muchas voces se han alzado a lo largo de la serie por la satirización del machismo (y que se ha ido matizando) de este personaje. Y eso es bueno.
Sin embargo, nadie nunca ha visto como malo otro de los continuos abusos y satirizaciones de la serie y que curiosamente afecta a este personaje. Howard (aunque desde un perfil bajo) es abusado psicológicamente por su madre y por su esposa, Bernadette. La misma razón esgrimida para atacarle, que no reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, debería ser la misma razón para defenderle.
La televisión y el cine son los principales pilares de la cultura popular. Exportar a todo el mundo la imagen de hombres maltratadores es malo. Exportar esa misma imagen con las mujeres, es exactamente igual de malo. Si en nuestros salones o en nuestras salas de cine reímos al ver a un hombre intimidado por una mujer pensemos en cómo sería esa escena con los papeles invertidos.
El carácter del maltratador nunca debe ser permitido, no por cuestiones de género sino de humanidad. La risa y la indiferencia legitiman siempre los abusos, vengan de donde vengan. En Patón & Asociados, entendemos el peligro que entraña la risa como forma de ocultar las situaciones de abuso. Las víctimas de maltrato masculino merecen todo el respeto y ayuda jurídica que podamos darle, para que sean conscientes que deben aspirar a la mejor defensa posible.
Por Juan Rivera Crespo, de Patón & Asociados
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