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EL ÚLTIMO PASO EN FALSO DEL SENIL PRESIDENTE

Biden amenaza veladamente a sus opositores con el poderío militar norteamericano

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Europa Press

Lo ha vuelto a hacer. El anciano presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha vuelto a hablar de más, provocando exactamente el efecto contrario del pretendido. Durante una rueda de prensa, y hablando sobre la Segunda Enmienda (el derecho a portar armas) y los ciudadanos descontentos con su gobierno, dijo: “La Segunda Enmienda, desde el día en que se probó, limitaba el tipo de persona que podía poseer un arma de fuego y qué tipo de arma podía poseer. Quienes hablan de la sangre de los patriotas, ya saben, y todo ese rollo sobre cómo vamos a tener que movernos contra el Gobierno”. Sí, la frase no tiene verbo. Pero es que él habla así. Lo de la sangre de los patriotas, suponemos, se refiere a la frase de Jefferson sobre el árbol de la libertad, que debe regarse regularmente con la sangre de los patriotas. Pero sigamos, que ahora viene lo mejor:

“Bueno, el árbol de la libertad no [se riega con] la sangre de los patriotas, lo que ha pasado es que nunca lo ha sido; si quieres, si piensas que tienes que tener armas de fuego para vencer al gobierno, necesitas F-15 y quizá algunas armas nucleares”. Joe, las medicinas.

El presidente acierta, al menos, en una cuestión que los esfuerzos por neutralizar el derecho a portar armas han eludido: no se trata de garantizar la defensa personal ni mucho menos la libertad de los cazadores. Cuando los Padres Fundadores aprobaron la Segunda Enmienda, lo que tenían en mente era un método para evitar un gobierno tiránico. Eso sí lo ha entendido Joe.

Por lo demás, la declaración es directamente demencial, y así lo han entendido los millones de norteamericanos que se oponen a esta administración demócrata: el presidente está alardeando con la posibilidad de utilizar el terrorífico poderío destructivo del Ejército norteamericano, el más poderoso del mundo a mucha distancia, contra su propia ciudadanía. Si la Asociación Nacional del Rifle (RNA), el principal ‘lobby’ en defensa de la Segunda Enmienda, necesita un buen anuncio para su próxima campaña publicitaria, nada mejor que una grabación de este mensaje. Van a tener cola para apuntarse.

Pese a su extrema profesionalización, el ejército de Estados Unidos puede presumir de ser una milicia popular, en el sentido de representar al pueblo y estar decididamente a su servicio. Nunca ha tenido serias veleidades políticas y, de hecho, nunca se ha empleado contra los ciudadanos, a diferencia de lo sucedido en muchos otros países del mundo. Sugerir en público, incluso irónicamente, que puede utilizar su irresistible potencia contra el creciente número de descontentos -mencionando incluso el arsenal atómico- es romper un tabú clave en el panorama político norteamericano.

Por lo demás, es absurdo. Estados Unidos no está exactamente en posición de presumir de que nadie puede oponerse con éxito a sus F-15 y demás parafernalia bélica justo pocas semanas después de que haya concluido con una vergonzosa retirada una guerra, la de Afganistán, que ha durado más que ningún otro conflicto bélico y que, a efectos prácticos, han ganado unos desarrapados de lo más profundo del Tercer Mundo.

En general, las armas nucleares pueden ser disuasorias contra un enemigo lejano, siempre que no se utilicen; pero para enemigos en el propio territorio, son perfectamente inútiles.

La reacción a este último ‘faux pas’ del senil presidente ha sido abrumadora, y no meramente por parte de trumpistas anónimos. En su cuenta de Twitter, comenta Donald Trump Jr.: “Nuestros fundadores quisieron explícitamente un ciudadanía armada para mantener un control sobre gobiernos potencialmente tiránicos, quizá este viejo loco y chocho debería preguntarse por qué está aumentando tan deprisa el crimen en ciudades con mayor control de armas”.

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