«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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el nuevo presidente de chile incumple sus promesas de campaña

Boric promueve nombramientos del nuevo Gobierno entre incapaces, amigos y políticos que se quedaron sin cargo

El presidente chileno, Gabriel Boric. Europa Press

Gabriel Boric, quien ocupa el cargo de presidente de Chile desde el pasado viernes 11 de marzo, se ha caracterizado por sus constantes contradicciones. Por ello, el mundo virtual de las redes sociales lo ha apodado, entre otros epítetos, como “el volteretas”. Quizás, se podía pensar que una vez asumiendo el Ejecutivo, Boric buscaría estar a la altura del cargo. No obstante, en las primeras medidas anunciadas en menos de dos semanas de ejercicio, ha demostrado que no. Pues, el frenteamplista ha hecho todo aquello que prometió que no haría. O, tal vez, en realidad al nuevo gobierno no le importa la dignidad de los chilenos que dice defender.

Entre las promesas de campaña, Gabriel Boric señaló que “todo puede ser distinto”, como dijo en su discurso tras pasar al balotaje presidencial. En esta ocasión, sostuvo que su proyecto político era uno transformador, que lucharía contra la corrupción “venga de donde venga” y que terminaría “con los privilegios de la clase política que con razón indignan a la gente”, como se puede observar en este discurso.

Asimismo, Boric en sus numerosos mensajes a la ciudadanía, sostuvo que, si él fuese presidente, entregaría a los chilenos una “vida digna” gracias a sus propuestas colectivas que “convocan esperanza”, y que Chile sería la tumba del neoliberalismo.  Empero, esos discursos, hasta el momento, se los ha llevado el viento. Porque en los primeros trece días (al 23 de marzo), las primeras medidas anunciadas por el nuevo gobierno apuntan a todo lo contrario.

Primero, las ministras de Interior (Izkia Siches) y de Justicia (Marcela Ríos) anunciaron —un día antes del cambio de mando— que emitirían un retiro inmediato de 139 querellas por Ley de Seguridad del Estado, para indultar a los mal llamados “presos políticos” de la revuelta del 18-O y de la guerrilla mapuche. Esto implica indultar a aquellos procesados y condenados por violentos crímenes, como incendios de iglesias, saqueos, porte de armas y hasta un homicidio. Con todo, y como si fuese poco, el actual gobierno otorgó suma urgencia a este indulto, por lo que el Congreso tendrá 10 días para tramitar esta iniciativa.

Claramente, estas iniciativas no contribuyen en nada a la dignidad de las personas que han sido víctimas de la insurrección, quienes han sido asesinadas —como ha ocurrido en numerosas ocasiones en la macrozona sur de La Araucanía— o que han perdido sus fuentes laborales por las revueltas de octubre de 2019.

En relación con la insurrección en La Araucanía, el actual gobierno no renovó el Estado de Excepción en la zona, medida que permitió reducir la violencia en la zona. Entre los argumentos que justifican esta decisión, encontramos la postura que sostiene que se debe “dialogar” con los mapuches insurreccionales, situación que ellos claramente no comparten y que quedó demostrado con la bienvenida con balas a la ministra del Interior, durante la semana pasada. Asimismo, sobre los damnificados en las revueltas de 2019, cabe destacar que los actuales ministros Giorgio Jackson, Camila Vallejo y el mismo Gabriel Boric, se opusieron en julio de 2021 (cuando los tres eran diputados) al proyecto que buscó dar una resolución para indemnizar a las locatarios y pequeños y medianos comerciantes afectados.

Igualmente, Boric olvidó su promesa de no otorgar privilegios a los políticos de siempre. También, parece que no recuerda que prometió en la franja electoral que, “en el Chile que construiremos, no habrá espacio para el pituto”, es decir, no daría beneficio o puesto de trabajo sin mérito previo.

Esto se evidencia en las últimas nominaciones de políticos que asumirán como embajadores de Chile en los distintos países. De los cuales, varios de ellos, no tienen las credenciales o méritos para estos cargos. Al contrario, parecen estar cobrando favores por su lealtad a la campaña presidencial del actual presidente chileno.

Este es el caso de Paula Narváez, exministra de Bachelet, quien fue la carta presidencial del Partido Socialista. Pero, tras las primarias internas del conglomerado Unidad Constituyente (que aglutinaba también a los partidos Democracia Cristiana y al Partido Radical), no salió electa por lo que no se presentó en la primera vuelta presidencial. Sin embargo, Narváez le entregó su respaldo a Boric en las presidenciales y esta acción tuvo su recompensa, porque fue nombrada embajadora de Chile ante la ONU. Su nombramiento no solo generó sorpresas en la sociedad civil, porque desde el Partido por la Democracia (PPD) esperaban que Heraldo Muñoz ocupara el cargo, pues fue ministro de Relaciones Exteriores durante el segundo gobierno de Bachelet.

Por su parte, Bárbara Figueroa (Partido Comunista), fue nombrada embajadora de Chile en Argentina. Llama la atención su nombramiento ya que no posee credenciales que acrediten su manejo en política exterior. Pues, es licenciada en Filosofía y se destacó por su gran activismo como expresidente de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) entre 2012-2021 y exdirigente del Colegio de Profesores de Chile. La poca preparación en la materia es preocupante, en especial en este caso, porque es un punto geopolíticamente clave por las controversias limítrofes en la Antártica entre Chile y Argentina.

Asimismo, sorprendieron las nominaciones a las embajadas de Chile en Suecia (Tucapel Jiménez, hijo de un sindicalista contrario a Pinochet), en Brasil (Sebastián Depolo, quien no logró salir electo diputado) y en España (su amigo personal de Convergencia Social, Javier Velasco). Este tipo de nominaciones generaron un malestar transversal. Desde el Partido Republicano se refirieron a este tema, acusando que el nuevo gobierno de Gabriel Boric perpetúa “las mismas malas prácticas de los políticos de siempre”.

Del mismo modo, la “Asociación de Diplomáticos de Carrera” (ADICA) lamentó públicamente las nominaciones de los embajadores, pues “se evidencia la mantención de criterios de nombramiento por razones de amistad, cercanía política o debido a la derrota de candidaturas electorales”. Asimismo, recomendaron que las futuras designaciones en esta materia sigan el criterio de elegir a personas que han hecho carrera en la diplomacia y tengan el mérito para ello.

Como si fuese poco, otros ministros de Boric han sostenido promesas preocupantes. Este es el caso del ministro de Transportes, quien sostuvo que un aumento al impuesto de los combustibles “sería perfecto”, mientras que el titular de la cartera de Obras Públicas prometió más impuestos al consumo del agua.

En definitiva, pareciera que el nuevo gobierno no puede desprenderse de las malas prácticas que acusaban. Otra cosa es con guitarra, dice el dicho popular. No obstante, estas contradicciones nos pueden develar lo que realmente son. Sostienen promesas de un mundo más digno, sin malas prácticas políticas, pero es el enganche para captar a una ciudadanía que justamente está cansada de los abusos.

Si bien Boric y compañía se han destacado por sus constantes volteretas en las distintas materias, es dable reflexionar que finalmente sus acciones desenmascaran su naturaleza, porque las palabras se las lleva el viento. Una cosa es jugar a la política universitaria, época en la que los distintos ministros tuvieron numerosos escándalos —desde pérdidas millonarias por hacer fiestas universitarias (caso del ministro de Economía, Nicolás Grau quien perdió 120 millones de pesos, más de 137 mil euros) hasta casos de acoso sexual (del mismo presidente Boric)—, y otra muy distinta es llegar al Poder Ejecutivo. Al parecer, la falta de carácter, de experiencia y de virtud sí pesarán en el desarrollo del actual gobierno.

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