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AMLO NECESITA A LOS VERDES PARA QUEDARSE EN EL PODER

Caso Cienfuegos: AMLO sigue el manual chavista para quedarse en el poder

Rescatar al General Salvador Cienfuegos Zepeda de las pezuñas de la DEA, de la justicia estadounidense y de pasar tras las rejas el resto de su vida, es una jugada maestra del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Salvando al militar de más alto rango en la pasada administración, se preserva también el buen nombre de sus colaboradores más cercanos –incrustados en el gobierno actual– y, sobre todo, el prestigio de la institución.

Encuestas revelan que el Ejército –junto con la Iglesia Católica–, es una de las instituciones que goza de mayor confiabilidad entre los mexicanos, pero las acusaciones contra Cienfuegos estaban echando al pozo toda su imagen de rectitud. Ese fue un golpe de la DEA que no dejaría con los brazos cruzados a la impositiva Cuarta Transformación (4T).

El General Cienfuegos fue secretario de la Defensa en México durante la administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018).  Fue detenido el 15 de octubre en Los Ángeles, California, adonde viajaba con su familia. Era señalado por “conspiración para fabricar, importar y distribuir narcóticos en los Estados Unidos y lavado de dinero”.

Luego, para cumplir con la orden del juez federal Alexander MacKinnon, de la Corte Federal del Distrito Centro de California, fue conducido a la Corte del distrito este de Nueva York el 2 de noviembre, donde le esperaba un juicio histórico.

Entonces, sorpresivamente, el martes 17 de noviembre el Departamento de Justicia estadounidense decidió retirar los cargos que pesaban contra el ex mando castrense. En la declaración conjunta del Fiscal General de Estados Unidos, William P. Barr, y la Fiscalía General de México de Alejandro Gertz Manero, se expone que dejan libre a Cienfuegos no porque no sea culpable de los cargos, sino por “la sólida asociación de aplicación de la ley entre México y EEUU, y con el interés de demostrar nuestro frente unido contra todas las formas de criminalidad”. Whatever that means…

El Departamento de Justicia de Estados Unidos decidió solicitar “la desestimación de los cargos penales” contra el ex secretario Cienfuegos. Eso sí, aclara ese documento, “para que sea investigado y, en su caso, imputado, conforme a la ley mexicana”. O sea, mientras permanece en libertad en México, sí podría ser “investigado”. A la usanza mexicana, claro: con el único fin de concluir que no se le encontró nada. Y así, caso cerrado.

La juez Carol Bagley Amon de la Corte Este de Brooklyn, Nueva York, aceptó retirar el caso, a petición del gobierno de Estados Unidos pese a que, como insistió, había evidencias “muy fuertes” que inculpaban a Cienfuegos.

Amon instruyó que compareciera el miércoles 18 de noviembre en la audiencia –que duró menos de 10 minutos– el fiscal Seth DuCharme, encargado del tema. Interrogado sobre el motivo para desestimar los cargos, contestó que con ello se buscaba el “equilibrio de los intereses” entre Estados Unidos y México, y afirmó que quien tuvo la palabra final fue el Fiscal General William Barr.

Transportado en el avión privado Gulfstream 4, matrícula N40VC, procedente del Aeropuerto de Nueva Jersey, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Toluca (cerca de la capital mexicana) a las 18:40 hrs del mismo día 18 y durmió en su casa. Cienfuegos ya estaba en México en calidad de hombre libre.

Hay que poner atención en que jamás se habló de la inocencia de Cienfuegos. Simplemente, se retiran los cargos por otros intereses vagamente justificados.

En Los Ángeles a Cienfuegos se le había negado salir libre con fianza. Se le llevó por ello a un gran jurado en Nueva York. La investigación de la DEA había iniciado mucho antes, por lo que es difícil pensar que no hubieran reunido las pruebas suficientes.

Desde que se dio a conocer este caso, el gobierno de México no ocultó cierta molestia por el trabajo de la DEA, que no compartió parte de su investigación unilateral sobre Cienfuegos, que inició años atrás. Pero sólo hasta agosto de 2019, la DEA pudo obtener una orden de aprehensión. Avisaron a México ya con Cienfuegos detenido en California.

El Washington Post, el New York Times, y Vice, publicaron la versión de que el gobierno mexicano habría amagado con limitar las acciones de la DEA en México si el General no era liberado. Incluso se mencionó que México amagó con expulsar a agentes de esa agencia.

AMLO dijo en su conferencia mañanera que con este caso estaba en juego el prestigio del Ejército. Que no podía permitir que se socave la credibilidad de una institución sin aportar pruebas.

El canciller Marcelo Ebrard aseguró que llegaba Cienfuegos a nuestro país como un ciudadano libre. Que no se hizo a Estados Unidos ninguna petición especial.

Marcelo y sus jugadas de ajedrez: él fue quien operó todo esto. No el Fiscal General. Ebrard luce hoy como el más firme sucesor de AMLO. Debe tener de su lado a los verdes.

Mike Vigil, ex jefe de operaciones de la DEA, fue entrevistado por Azucena Uresti, una hermosa y lista periodista mexicana. Vigil jura que sí hay pruebas contra el General, que son sólidas y que su liberación fue un regalo de Navidad adelantado de Trump a López Obrador.

Recordemos que entre tales supuestas pruebas recabadas en la llamada “Operación Padrino” de la DEA (padrino era el mote del General) estarían grabaciones telefónicas sostenidas por el militar con delincuentes como con Juan Francisco Parón Sánchez, ex miembro del cártel de los Beltrán Leyva y jefe del “Cártel H2”. Esa operación incluía el caso de Édgar Vieytia, quien fuera fiscal del estado de Nayarit y luego fuera detenido en EEUU.

La verdad de las cosas es que el General Cienfuegos, de haber querido, podría haber apoyado a un cártel mucho más poderoso que a esa pequeña organización. Afirmar que puso todo su prestigio y trayectoria en juego por el H2 no tiene sentido en términos de poder o de dinero.

La actuación de la DEA en México deja mucho que desear, porque al mismo tiempo que goza de permisos para investigar, se habría dado a la tarea de grabar conversaciones privadas del máximo mando mando militar del país. La DEA tradicionalmente ha tenido diferencias con el Ejército Mexicano y usualmente ha coordinado operaciones más bien con la Marina.

Edward Sapone, el abogado norteamericano del General, dio una conferencia de prensa muy entusiasmado. Exclamó que “hoy es un día de justicia, porque no hay cargos” contra su cliente, por lo que «es un hombre libre». Declaró que no le pareció ninguna sorpresa que el gobierno estadounidense retirara los cargos, porque se sabía que Cienfuegos “era inocente”.

Rafael Heredia Rubio, el abogado mexicano del militar, agradeció por su parte a ambos gobiernos por su gestión para liberarlo. “Es inocente”, recalcó también.

Heredia es conocido por su defensa de un comerciante de Iztapalapa, José Antonio Zúñiga, acusado en 2005 de homicidio, así como del cantante Luis Miguel, en México y en Estados Unidos.

El General Cienfuegos sabe demasiado como para que el gobierno federal mexicano se arriesgara a que negociara una reducción de condena a cambio de revelar las andanzas de muchos políticos que andan en malos pasos.

Imaginemos toda la información de inteligencia que pudo acumular el militar más prominente durante 6 años. Debe tener los conocimientos suficientes para derruir las bases del sistema político mexicano, plagado de corrupción. Cienfuegos lo sabe todo.

AMLO lo único que quiere es ganar las elecciones intermedias del 2021 y mantener sobre rieles a su 4T, para quedarse –lo ha insinuado– en el trono más tiempo.

“Por encima de la ley está el pueblo”, ha dicho con retorcida sonrisa. O sea, no las leyes vigentes, sino el pueblo, al que consulta a menudo en asambleas populares.

Hoy el Ejército le debe mucho a AMLO y el presidente lo necesita de su lado, leal a su causa. Con él amedrenta a quien sea y disuade con miedo acciones descabelladas de sus adversarios.

El Ejército le auxilia para mantenerse a flote pese a las seguras crisis de gobernabilidad que vienen –generadas por la rebosante corrupción de la 4T, la inseguridad, la crisis económica y el encono por los 100 mil fallecidos y más de un millón de contagiados por Covid-19–.

López Obrador necesita al ejército para perpetuarse en el poder. Y si no es él – como Hugo Chávez–, será  a través de alguno de sus alfiles. Lo importante es seguir en el poder, instaurar plenamente su versión del socialismo.

Mucho esperó el presidente en la oposición como para dejarse ahora arrebatar el cetro por esos conservadores que tanto detesta, sobre todo los del PAN.

El cálculo de AMLO no es nada accidental: es una copia del modelo chavista. Hoy vemos en México que cada día se le asignan más y más tareas a las Fuerzas Armadas. Se les coloca en puestos donde siempre ha habido civiles.

Amigos militares me han dicho directamente, no sin molestia, que el país está siendo militarizado. Así lo hizo Chávez en su momento. AMLO los ha puesto a realizar muchas labores más de las que por ley deben cumplir, con lo que contradice la Constitución, que en su Artículo 129 reza que en tiempos de paz “ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”.

El Ejército construye el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía, operan puertos y aduanas, edifican dos tramos del cuestionado Tren Maya, operan 2,700 sucursales del Banco del Bienestar, rehabilitan 32 hospitales ante el Covid-19, y coadyuvan en la atención de este mal.

Se le encomendó a las Fuerzas Armadas el plan contra el “huachicol” (robo de combustibles), controlar la llegada de migrantes y participar en los programas “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Sembrando Vida”.

Cierro esta columna con frases de un revelador ensayo escrito en 2008 por Deborah Norden –del Whittier College–, titulado: “Las relaciones político-militares en la Venezuela de Chávez”. En su texto afirma:

“Desde que asumió el gobierno, Hugo Chávez inició un proceso de transformación de Venezuela dentro del cual los militares ocupan un lugar fundamental”. Y remata: “Para garantizar su control sobre las Fuerzas Armadas, Chávez incorporó a militares al gobierno, promovió a oficiales leales y buscó la construcción de una serie de valores compartidos, basados en los ideales socialistas y el antiimperialismo, además de asignarles nuevos roles internos”.

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