Cuando, en 1919, el presidente Woodrow Wilson sufrió un derrame cerebral que le dejó incapacitado, la Casa Blanca decidió ocultar el caso y, de hecho, el presidente agotó su mandato hasta 1921, gobernando de hecho su mujer, Edith, con la complicidad del gabinete.
Hoy no hubiera hecho falta ocultar nada: sencillamente, se deja que el presidente aparezca en público y la prensa se encarga de decir que sus desvaríos han sido un excelente discurso. Porque cuando realmente tienes todo el poder, la propaganda no tiene por objeto convencer, sino humillar y dejar claro quién manda aquí.
La última escena, que sería hilarante si no resultara trágica y, para el mundo, inquietante, tuvo lugar en la ceremonia de confirmación de la magistrada nominada por Biden para cubrir la vacante del jubilado juez Breyers en el Tribunal Supremo, Ketanji Brown Jackson. Hablaba Biden, y su cerebro dio un salto realmente llamativo.
«América es una nación que puede definirse con una sola palabra», arrancó Biden, dejándonos a todos con la intriga de cuál podía ser esa maravillosa palabra capaz de definir un país tan grande con más de dos siglos de historia. Pero me temo que nos quedaremos sin saberlo, porque lo que salió de la boca del presidente a continuación fue lo siguiente, palabra: «Estaba yo al pie del Himalaya con Xi Jinping, viajando con él, cuando viajé 17.000 millas cuando era vicepresidente, no lo sé con certeza (sic)». En serio, véanlo ustedes mismos. Como definición de América nos parece un tanto oscura.
Tucker Carlson, el periodista más seguido de la televisión norteamericana, tuvo un día de fiesta con esto en Fox, y no se le puede reprochar. «¿Cómo lo ven, está este tipo gobernando el país?», preguntó a la audiencia de su programa en medio de una irreprimible carcajada. «Con suerte, no por mucho tiempo; no está capacitado para gobernar el país. Pero adviertan la reacción. Al menos Ketanji Brown Jackson mantuvo la dignidad al mostrarse abochornada mientras al presidente se le iba la pinza y partía rumbo a los Himalayas».
Carlson comparó la actitud natural y lógica de la juez con la actitud de la vicepresidente Kamala Harris, a la izquierda de Biden, que asentía al disparate como si el presidente estuviera diciendo la cosa más profunda y sensata del mundo. Sí, claro, la palabra que define América es las 17.000 millas que Biden recorrió junto a Xi Jinping a los pies del Himalaya. «Asentiría a cualquier cosa», comentó Carlson.
Las redes sociales, no hay que decirlo, se lanzaron a una verdadera orgía de comentarios de mejor o peor gusto, pero que dejaban claro todos ellos que los norteamericanos son perfectamente conscientes de que su presidente es un anciano senil al que se le va regularmente la cabeza y del que de ningún modo puede pensarse que esté al frente del país.
La pregunta entonces es: ¿quién manda en América? ¿Hay alguien al volante?
