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Anthony Fauci siempre quiso imponer la teoría del origen natural del SARS-COV2

Anthony Fauci, el alto funcionario de EEUU encargado de luchar contra el COVID, está detrás de la creación del virus

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Salud (NIH) de EEUU. Reuters

En una película sonaría demasiado forzado que uno de los responsables de la creación del virus que tiene en vilo y sin vivir en ella a toda la humanidad sea el mismo al que encargan combatirlo. Solo en Estados Unidos, en principio, pero el dr. Anthony Fauci se ha convertido un poco en el director mundial de la lucha contra el covid, cuyas vueltas y revueltas se imitan en todo el planeta.

Fauci, el alto funcionario mejor pagado de Estados Unidos, incluso más que el presidente, es director del Instituto Nacional de Salud (NIH), del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) y Asesor Médico de la Presidencia. Todo un logro al que por lo visto hay que sumar el mérito de haber desencadenado la pandemia más dañina de nuestro tiempo en términos sanitarios, económicos y políticos.

En una carta dirigida al diputado republicano James Comer, Lawrence A. Tabak, del NIH, ha admitido la investigación sobre la llamada ‘ganancia de función’ -creación de virus supercontagiosos- financiada por Estados Unidos en Wuhan, y que no se informó de la creación de un coronavirus quimera que podía infectar a los seres humanos. ¡Ups!

Tabak hace referencia en su carta a un «experimento limitado» para determinar si “las proteínas de espiga que se dan de forma natural en los coronavirus de murciélago en China eran capaces de ensamblarse en los receptores humanos ACE2 en un modelo murino”. Según Tabak, los ratones ‘humanizados’ infectados con el virus de murciélago modificado enfermaron más gravemente que los expuestos a una versión no modificada de ese mismo virus.

Peter Daszak, el polémico responsable de EcoHealth Alliance, una ONG que colaboró en el experimento, no informó de este descubrimiento, y se le ha dado cinco días para que presente «todos y cada uno de los datos no publicados de los experimentos» realizados con fondos del NIH.

Con estos datos, uno entiende los esfuerzos realizados por el dr. Fauci para que el público aceptara la peregrina idea de un origen natural del SARS-COV2 a través de un pangolín que, ya es casualidad, alguien debió comerse a un tiro de piedra de uno de los poquísimos centros de investigación que en el mundo trabajan en la modificación de coronavirus, llegando a presionar con éxito a medios y redes sociales para que censuraran y ridiculizaran teoría alternativas que se han demostrado, sino absolutamente ciertas, abrumadoramente probables.

También viene a dar la razón al senador Rand Paul, a quien en un cara a cara con Fauci éste llegó a llamarle «mentiroso» repetidas veces cuando el senador le acusó de financiar la ‘ganancia de función’ en Wuhan.

La carta de Tabak supone un paso de gigante en la clarificación del misterio en torno al origen de este virus que ha postrado la economía mundial y ha ayudado a los gobiernos de todo el mundo a recortar derechos y libertades de sus conciudadanos, pero el cuadro que se va dibujando no puede ser más siniestro. Resumiendo, el virus que azota al mundo sería el resultado de los tejemanejes de Fauci y otros en la creación de un arma biológica a pachas con los chinos. Seguir dejando que el mismo responsable de la tragedia se ocupe de la batalla contra su criatura parece una ironía difícil de digerir incluso para los tiempos que corren.

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