Una distracción perfecta se asoma en la realidad polĆtica venezolana de cara a los próximos meses: la hipotĆ©tica convocatoria a un referendo para revocarle el mandato al tirano NicolĆ”s Maduro.
De repente, luego de la supuesta elección de Barinas que le dio el triunfo al opositor Sergio Garrido, se trata de crear la percepción dentro y fuera de Venezuela de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) es un Ć”rbitro transparente y que el sistema electoral venezolano comienza a parecerse al que tienen los paĆses normales, en donde existen democracias funcionales
Todo ello a tal punto que esta semana el organismo electoral controlado por el chavismo comunicó pĆŗblicamente que habĆa aprobado preliminarmente hasta tres solicitudes para iniciar la ruta hacia la eventual activación de un revocatorio del mandato de Maduro.
Incluso, el CNE habrĆa āeliminadoā un requisito para la convocatoria de ese revocatorio: la norma prescribe que sus solicitantes deben recabar, en principio, el 1% de las firmas de la población electoral del paĆs (cerca de 200.000). Sin embargo, en esta oportunidad y de manera misteriosa el ente ha saltado este paso. ĀæSe busca acaso entusiasmar a los proponentes para que echen a andar esta iniciativa?
Dicho esto, lo que corresponderĆa a continuación es algo titĆ”nico. Los interesados en convocar el revocatorio deben obtener la firma y huella del 20% de la población electoral del paĆs, en un plazo de apenas tres dĆas. Esas firmas luego serĆ”n revisadas por el órgano electoral, que al final deberĆ” decidir si las acepta o no como vĆ”lidas para convocar el referendo.
AquĆ es donde aparecen las sospechas dictadas por una realidad que es cruda y, en la mayorĆa de los casos, demasiado odiosa. La clave estĆ” bĆ”sicamente en un asunto: las firmas recolectadas siempre irĆ”n a parar al CNE; ese mismo que durante aƱos ha protagonizado un sistema electoral que una y otra vez ha dejado en entredicho su fiabilidad, al punto de que en 2017 la propia empresa Smartmatic āencargada de suministrar las mĆ”quinas y el software de votación en Venezuela desde 2004ā dijo que los nĆŗmeros de procesos electorales eran perfectamente modificables.
Todo ello en alusión a las votaciones para escoger miembros a la Asamblea Nacional Constituyente convocadas por el chavismo en 2017, en donde dicha empresa dijo que los resultados reales obtenidos por las mĆ”quinas diferĆan de los anunciados por el ente electoral venezolano en āpor lo menos un millón de votosā.
El caso es que probablemente esas firmas recolectadas para el eventual revocatorio de este aƱo terminen durmiendo el sueƱo de los justos en las oficinas del CNE que, a travĆ©s de sus voceros o empleando al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) del rĆ©gimen, dirĆ” que en las mismas se consiguieron inconsistencias, errores de caligrafĆa, tinta corrida, huellas dactilares que no corresponden con el registro, o cualquier cantidad de justificativos que sirvan para torpedear el proceso.
El objetivo es muy simple: emocionar a la sociedad venezolana con la posibilidad de crear una puerta civilizada de salida a Maduro y la tiranĆa, mientras lo que realmente se estĆ” construyendo es un truco de magia de tercera categorĆa en el que la ciudadanĆa gastarĆa grandes dosis de esfuerzo y generarĆa altos niveles de entusiasmo durante meses para que, una vez que el asunto sea negado por la institución electoral del rĆ©gimen (como seguramente lo serĆ”), se dĆ© paso a un golpe psicológico enorme que deje nuevamente a los opositores al chavismo en estado de postración anĆmica frente al rĆ©gimen.
Ya en 2004 la población venezolana empeƱada en salir de Hugo ChĆ”vez por la vĆa democrĆ”tica a travĆ©s de un revocatorio fue sometida a un engaƱo. Luego de la recolección del dichoso 20% el CNE seƱaló que muchas de las firmas recolectadas tenĆan inconsistencias, por lo cual quedaban rechazadas. DespuĆ©s de una larga lucha que incluso incorporó protestas de calle en las que los órganos represivos del chavismo asesinaron personas, se permitió que los firmantes ejecutaran un proceso de āreparoā de las firmas, que eventualmente permitieron la convocatoria del referendo.
Sin embargo el proceso electoral, denunciado por tener vicios, no sacó a ChĆ”vez del poder sino que lo refrendó en el cargo. AdemĆ”s, los datos de los firmantes quedaron sometidos a exposición pĆŗblica, dando origen a la creación de un infame listado con los nombres de los firmantes que luego fue conocida como ālista Tascónā (en honor al diputado chavista que la publicó) y terminó siendo utilizada para perseguir a los ciudadanos que estuvieran empleados dentro de los entes del Estado venezolano; todo por el simple pecado de oponerse a ChĆ”vez.
En 2016 la bandera del revocatorio fue tomada por el excandidato presidencial Henrique Capriles. AllĆ la cosa no fue muy distinta: un conjunto de venezolanos creyentes en el voto hicieron largas filas para firmar y reafirmar a favor de la convocatoria de un referendo contra Maduro y al final ocurrió lo mismo que en 2004, al seƱalarse que muchas firmas no eran vĆ”lidas y que debĆan ser āreparadasā. Las jornadas de revalidación se hicieron pero en esa oportunidad el órgano electoral del rĆ©gimen ni siquiera quiso admitir la convocatoria del proceso, arguyendo que en varios estados del paĆs la recolección de firmas habĆa sido fraudulenta.
De allĆ que sea tan difĆcil creer que el sistema electoral chavista va a permitir -como si nada- que un revocatorio contra Maduro tome cuerpo, mĆ”s allĆ” de que en el inicio pueda alentarlo para entretener a la oposición venezolana y al final termine descartĆ”ndolo. La tiranĆa es la que tiene todo el poder de controlar lo que eventualmente ocurrirĆ” con un referendo de este tipo, no la gente. Poco importa pues si los opositores a Maduro a esta altura son mayorĆa en el paĆs, dado que Ć©ste no gobierna precisamente porque una mayorĆa le haya escogido, sino porque a la fuerza se ha encargado de demostrar que simplemente puede hacerlo, y ya.