Este viernes se estrenó el segundo capítulo de ‘La España Silenciada’, el programa dirigido por Santiago Abascal en el que escucha las preocupaciones de los españoles de la España interior (de la España real) y vive in situ su modo de vida, hoy perseguido y marginado por las élites globalistas.
En esta ocasión, el líder de VOX visita la localidad de Sotos del Burgo (Soria), un pequeño pueblo que hoy solo cuenta con 30 habitantes, la mayoría pensionistas. La protagonista es Andrea, una joven graduada en Educación Infantil y trabajadora de la industria de automoción que se resiste a abandonar su comarca.
«Desde hace décadas y sin que haya movido un dedo para evitarlo, cada año cientos de jóvenes sorianos hacen las maletas rumbo a su participar exilio, lejos de los suyos, camino a la soledad y al desarraigo. Nacer en un pueblo de la España interior, despreciada por los políticos de siempre y pisoteada por los poderosos es saber que algún día te tocará renunciar a algo: a tus sueños y a tu proyección profesional si te quedas, y a tu familia y a lo más hondo de tu identidad si te vas», comienza Abascal en el reportaje.
Andrea y Abascal reflexionan sobre las dificultades que encuentra la juventud para permanecer en la España interior, la carencia de servicios e infraestructuras, la ausencia de oportunidades y la desindustrialización. «Solo
Andrea afirma que «tal y como que están las cosas» un futuro en su pueblo «no se puede ni imaginar» y señala que cree que Soria «va a tener un futuro muy malo». «No es que (Soria) se esté muriendo, sino que la están matando por las acciones que están haciendo desde arriba», añade, antes de reclamar «condiciones para tener una vida decente» en la comarca e industrialización. «Para que una zona tenga vida tiene que tener trabajo e industria».
El líder de VOX concluye agregando que miles de jóvenes de la España interior se rebelan contra el sombrío porvenir que les habían reservado. «Andrea representa a una generación que ansía volver a hablar de los problemas reales (…), una generación que defiende algo tan básico pero hoy tan revolucionario como es el derecho a permanecer, el derecho a poder vivir, a trabajar, a formar una familia en la tierra que les vio nacer. El derecho a mantener a los amigos, a acompañar a los padres, a ver marchar a los abuelos, el derecho a las raíces, es nuestro deber garantizárselo».
