«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
SE NIEGA A LLAMAR DICTADURA AL RÉGIMEN DE LA HABANA

El sanchismo no quiere calificar al castrismo porque se descubre a sí mismo

Sea con silencio o con declaraciones con rodeos y subterfugios del lenguaje zurdo, el chavismo español ha hecho esta semana malabares para evitar referirse a los hechos que hemos visto en Cuba. Hechos que, sinceramente, llenan a cualquiera bien enterado de la situación de sincera alegría.

Alegría que puede ser explicada como diferencia importante frente a la esperanza. Porque no se trata de esperar que algo pase, sino de celebrar que de hecho está pasando: el sistema cubano ha demostrado una vez más la inviabilidad del comunismo y la imposibilidad de la sumisión eterna de la ciudadanía, a pesar de adoctrinamiento, represión y sometimiento.

Estamos hablando de la generación de los nacidos en los años ’50 del siglo XX, de sus hijos y de sus nietos. Tres generaciones de cubanos obligados desde preescolar a parase firmes en gesto militar frente a la bandera cubana y jurar solemnemente “pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Todos los días. Y eso era solo el inicio.

Sumen a eso las charlas ideológicas que arrancan en cada materia que se imparte en cada aula de cada institución educativa. Sea matemáticas o sea deportes, siempre una pequeña intervención del profesor explicando las bondades del socialismo y la belleza de la revolución.

Además, sume la obligación del servicio militar, de la asistencia a concentraciones para celebrar un año más de la revolución o un año más de cualquier fecha. Eso, más la maldita cartilla de racionamiento, infame elemento que ejemplifica la necesidad del comunismo de someter por el hambre a sus súbditos. Sea en la URSS, en China, en Camboya, Cuba o Venezuela, siempre será el hambre el instrumento más vil contra la gente. 

Pero a pesar de toda esa infamia, ahí están miles de cubanos en las calles arriesgando sus vidas gritando contra el régimen. Escupiéndole al lema oficialista “Patria o muerte” el antónimo Patria y Vida. Lanzándole al tirano impuesto a dedo el indolente remoquete de “la cucharilla”, pues ni pincha ni corta. Más insolencia vemos en el grito “¡Díaz Canel, singa’o”, especie de mandato y a la vez mofa, que ejemplifica lo bajo que han caído las acciones de una revolución a cuyos líderes ni siquiera respeto se les guarda ya.

Nada de eso puede negarse. A menos, claro está, que se trate del chavismo español.

Dictadores calificados desde siempre

Defender lo indefendible y negar lo evidente, instrumentos necesarios de los cuales hará alarde cualquier izquierdista en el mundo a la hora de enfrentar sus horas bajas. Hay que tener eso en cuenta cuando se trata de evaluar las declaraciones que hemos visto estas dos semanas en las redes sociales y comparecencias de personajes como Piedad Córdova, Nadia Calviño, Isabel Rodríguez y tantos otros deleznables negadores de sí mismos.

¿Por qué negar lo que está claro desde la propia autodefinición comunista? La base de la teoría comunista establece que la construcción del socialismo será acometida por la clase obrera a través de la Dictadura del Proletariado. Siendo así, todo aquel que milite en un partido comunista o se diga socialista, está planteando llegar al poder para establecer una dictadura como forma de gobierno, con la excusa de ser la vanguardia que representa a esa clase obrera que debe construir el socialismo, sin democracia.

No hay más que decir. No lo he dicho yo ni lo ha dicho ningún teórico anticomunista. Lo han dejado escrito los teóricos del comunismo. No necesitamos ni de Calviño o Rodríguez para saber que la calificación del régimen cubano es la que ellos mismos decidieron y se trata de una dictadura. Eso y nada más. 

Claro, Calviño podrá seguir esperando sesenta años más de infamias en un país que no es el suyo para decidirse a decir que sí, en efecto, es una dictadura. Porque al parecer, para ella es cuestión de tiempo y aún es muy temprano. 

Esto no debería pasar bajo la mesa tratándose de la vicepresidenta económica de un gobierno cuyo presidente hace poco presentó un plan llamado España 2050, con esa sarcástica proyección del futuro que les encanta a los comunistas, con ellos en el poder eternamente.

Y pensar que a la señora Calviño cierto periódico especializado se atrevió a calificarla como “la voz sensata del gobierno que escuchan los mercados”. ¿Qué será la sensatez según Expansión? ¿Con quién la comparó, con el ministro comunista del consumo, que propone ante el aumento de los precios de la carne simplemente implantar el veganismo?

El fetiche del bloqueo

Por sesenta años, la izquierda mundial ha propagado la coartada del “bloqueo” para justificar todo lo malo que pasa en Cuba. Lo bueno, es gracias al socialismo. Lo malo es por culpa del bloqueo.

En primer lugar, deberían saber los mequetrefes de Podemos que no hay tal bloqueo. Hay un embargo comercial como respuesta a las expropiaciones de bienes y empresas propiedad de norteamericanos ejecutadas por la Revolución recién llegado al poder.

Ya no vale el cuento aquel de que Fidel llegó para adecentar una isla que había sido convertida por los EEUU en “el burdel del Caribe”, pues en los últimos treinta años hay en Cuba más prostitutas que en la sede de Caracas del Partido Socialista Unido de Venezuela. Aquello fueron confiscaciones sin ajuste a la ley y EEUU respondió, en el marco de la guerra fría, con la herramienta que mejor le pareció.

Pero, como es natural pensarlo y aceptarlo, Cuba tiene todo el derecho a comerciar con quien quiera, menos EEUU. Y sin embargo, el quinto lugar en origen de importaciones de la isla provienen de los EEUU, en los rubros permitidos por el embargo. Cuba mantiene, además, relaciones comerciales con más de noventa países, incluyendo a España, con quien registra un flujo de cerca de mil millones de euros en exportación de productos como ron, azúcar, tabaco, mismos productos que exporta a su segundo socio comercial, la dictadura china.

Pero por si esto fuese poco, hace unos días el tirano de turno dejó al desnudo la verdad, cuando emitió un decreto que autoriza a cualquier persona a importar a Cuba bienes y mercancías, sin límite de cantidad. Quiere decir que sí se puede comprar y vender productos desde y hacia Cuba, solo que el monopolio de las compras y ventas lo tiene el régimen. Con esto, queda claro que el bloqueo contra los cubanos lo tiene el castrismo. Lo de EEUU es un simple embargo, inocuo en los hechos, aunque muy útil para la propaganda de ambos lados del mar: al régimen comunista le sirve para victimizarse y a los EEUU le sirve para vender la idea de que ha hecho algo contundente contra la dictadura comunista que toleró por seis décadas.

Claro está, nada de esto es suficiente para los comunistas. Seguirán negando lo evidente. Es la reacción obvia del criminal acechante que, preparando un asalto, ve caer al líder de su banda en manos de la policía y se entera, además, de que está confesando sus métodos. No le queda otro camino a la izquierda que negarlo todo, desaparecer evidencias y cambiar de tema. 

Porque si por alguna declaración impertinente, resultara expuesta de boca de la izquierda el carácter dictatorial y criminal de las acciones del régimen cubano, estarían al mismo tiempo reconociendo que durante sesenta años usaron el ejemplo cubano como bandera de su acción política por la simple y llana razón de que aspiran hacer lo mismo en sus países, cuando lleguen al poder.

Y no es difícil darse cuenta. A pesar de El País y La Vanguardia. A pesar de las Calviño y las Rodríguez. La verdad está afuera.

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