Un nuevo papelón internacional se cierne sobre la gestión de Alberto Fernández, esta vez en el mundo del arte. Resulta que la militante kirchnerista, integrante del colectivo feminista “Nosotras proponemos”, Fátima Pecci Carou fue multiplemente acusada por varios artistas que denunciaron el plagio de obras creadas en el exterior. Esta acusación no pasaría del cotilleo de un minúsculo sector donde circula el peculiar arte político argentino si no fuera por el hecho de que salió a la luz la copiosa financiación gubernamental que viene recibiendo la artista en virtud de su “arte militante”.
Fátima Pecci Carou tuvo una carrera fulgurante que ella misma narra con orgullo ubicando su surgimiento cuando, como empleada estatal afiliada al sindicato ultrakirchnerista ATE, la llamaban sus compañeras para “pintar las banderas o pancartas que iban a usar en las marchas”. Si con esta presentación el lector no siente movilizadas sus más profundas fibras artísticas, cabe agregar que el otro hito de su trayectoria se produce durante la primera marcha #NiUnaMenos, cuando envolvió sus obras en un nailon y se las colgó en el cuello a modo de visibilizacion de la problematíca feminista. Pecci Carou cobró notoriedad durante el primer Paro de Mujeres, cuando salió a pintar graffitis por Buenos Aires y terminó presa. “Fue muy fuerte, ¡fui presa por pintar! Nos persiguieron unos hombres por el barrio, nos acorralaron como si fuéramos su presa y llamaron a la Policía. Cuando salí de la comisaría y vi a todas las compañeras que nos fueron a hacer el aguante, ahí entendí: organización, unión y memoria feminista.” declaró Fátima ofendida por no poder vandalizar libremente las calles.
Con su militante trabajo ganó un premio en ArteBA 2018 y sus contactos le granjearon una exposición en el Museo Evita llamada “Banderas y banderines” donde, según sus curadores, reúne sus pasiones: el animé y el manga, el peronismo y la militancia feminista. El museo pagado con fondos públicos generó una amplia difusión de la exposición y la prensa especializada se hizo eco de la muestra que se presentaba como una compleja relación de la comunidad japonesa argentina con el peronismo, la comunión entre culturas, la libertad para interpretar temas canónicos con gracia y humor se acompañan en las obras con un tratamiento pictórico de una riqueza enorme. En las sucesivas entrevistas Pecci Carou hablaba de cómo es situarse en el mundo del arte con una clara posición partidaria. Este conjunto de sesudos análisis de los escribas especializados cayó al subsuelo cuando se empezó a exponer el hecho de que “el tratamiento pictórico de una riqueza enorme de Fátima” no sería otra cosa que el uso de ilustraciones de distintos mangas de los que se hacían calcos que luego se vendían a precios altísimos en función del prestigio obtenido de tener la obra expuesta en el Museo Evita.
En el siguiente enlace pueden leer una reveladora entrevista con la ‘pintora’.
La estrella de la muestra era una Eva Perón ninja, que se mostraba con orgullo hasta que se amargaron las mieles de la carrera de Fátima cuando estalló en las redes el escándalo: un artista de animé denunció en su cuenta de Twitter: “Mi fanart ha sido plagiado. La plagiaria es una argentina llamada Fátima Pecci Carou. Esta pintura ya ha sido vendida al Museo Evita, un museo público, por un precio muy alto. No sé quién es ella, pero por favor no compre su arte”. y agregó “No creo que todos los argentinos sean como esta. Estoy agradecido a los buenos argentinos que me hablaron sobre el tema”.
La justicia digital fue al rescate del pobre plagiado y brotaron los hilos que comparaban las piezas originales de artistas de manga con las obras de Fátima Pecci Carou, que, como era de esperarse, eran idénticas.
El famoso youtuber @tipitoenojado se dispuso a desmontar la trampa y descubrió a varios artistas de animé que habrían sido copiados mostrando cada uno de los trabajos y sus símiles firmados por la cuestionada artista. En un video que se hizo viral, @tipitoenojado consiguió exponer la falta de seriedad y la improvisación arbitraria con la que se maneja el circuito del arte en los organismos oficiales.
Cuando se inauguró la muestra tuvo amplísima cobertura mediática con periodistas especializados en arte que, curiosamente, no descubrieron el timo (https://www.pagina12.com.ar/345064-eva-peron-inspira-a-fatima-pecci-carou). La Revista Ñ (la más importante publicación cultural argentina que poco antes había cubierto la presentación de la exposición) consultó a la artista por su opinión sobre las acusaciones y esta respondió que se trataba de “un ensañamiento con sesgo machista …()…parte de un tipo de violencia que yo recibí como mujer, como artista; es violencia política y psicológica”, (un clásico) y le echó la culpa a los trolls que la atacaban por una cuestión ideológica. Según la militante kirchnerista, la utilización de “imágenes de apoyo” no permiten hablar de plagio porque están pintadas arriba y agregó: “Todos los artistas han tomado imágenes… me quieren correr por ahí, pero lo que les molesta es el tema”.
El Museo Evita es un organismo estatal que depende del Ministerio de Cultura de la Nación. Sus autoridades son políticos kirchneristas así como las personas que allí trabajan. La institución tiene áreas editoriales y educativas que responden al mismo sesgo político. Si bien las autoridades no se enfrentaron a las preguntas de los medios retiraron la muestra de exhibición. Pero nada impide que Pecci Caraou continúe obteniendo los beneficios de vender “sus obras” que fueron promovidas y financiadas con el dinero público. Es que otro de los temas más escandalosos de este vodevil es la cantidad de subsidios obtenidos por la artista en función de estar pintando temas ideológicamente afines al oficialismo. Según su principal mecenas: el Ministerio de Cultura de la Nación (o sea los contribuyentes argentinos) «en Occidente se conoce como cultura otaku al fanatismo por el manga y el animé, elementos que son constantes en el estilo pictórico de Fátima Pecci Carou, que usa para recuperar los hitos más destacados en torno a la vida y obra de Eva Duarte de Perón».
La artista ha tratado de justificar su elección plástica de una manera que resulta ininteligible: “Sí, el manga tiene personajes con cuerpos súper idealizados, muy exuberantes, que juegan con la idea de la sumisión de la mujer. Me interesa tomar el lenguaje señalando ese machismo. Ahí se da la intersección con mi práctica de militante feminista. No soy experta en sagas pero un montón de chiques se sienten interpelados y es un buen recurso para ampliar el público del mundo del arte, tan cerrado” (?)
Se sabe que, cuando toma el poder, el socialismo no deja espacio sin cubrir. La cultura es un tema en donde la izquierda pone especial ahínco, y por algún motivo incomprensible, no existen en este campo contrapesos ni discursos alternativos. Los organismos culturales argentinos están plagados de militancia progresista que no deja pasar la oportunidad de imponer su agenda, deteriorando la calidad y el prestigio del arte argentino. El episodio de la Evita Ninja y los dibujos calcados se suma a este anecdotario de degradación cultural, que, como todo en el gobierno de Alberto y Cristina, no conoce piso.