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EL FBI TIENE MUCHAS PREGUNTAS QUE RESPONDER

Hablemos de sexo (y corrupción demócrata)

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. EUROPA PRESS

Por un clavo se perdió una herradura, por una herradura se perdió un caballo, por un caballo se perdió una batalla, por una batalla se perdió un reino. En fin, ya conocen la historia: no se relajen con los comienzos pequeños, porque suelen crecer.

Esto empieza con un portátil que se mandó a arreglar después de que se mojara y que nunca se pasó a recoger. De ahí sacó el New York Post una exclusiva confirmando lo que todo el mundo y su cuñada sabían ya del turbio tráfico de influencias de Hunter Biden, el hijo tarambana del que podría ser próximo presidente de Estados Unidos. Nada que ver aquí, historia vieja, sigan circulando.

Pero la bola de nieve estaba en marcha, y la reacción en cadena puede adquirir proporciones nucleares. Por de pronto ya ha servido para que los dos gigantes de las redes sociales, Twitter y Facebook, tengan que responder ante las autoridades federales y ante el pueblo por qué demonios se les ocurre censurar la historia de un venerable periódico como el Post, desenmascarándose en el proceso de modo ya innegable.

Luego, la prensa convencional, esa CNN y que uno ve aunque no la sintonice en cualquier aeropuerto de Estados Unidos y ese New York Times que fija cada mañana qué hay que pensar de cada cosa para el resto de los aquiescentes medios convencionales del mundo, están haciendo periodismo al revés, tratando de justificar al corrupto y condenar al descubridor.

Pero eso es solo para ir abriendo boca. Porque resulta que ese disco duro tan comprometedor, con sus 26.000 corrreos y miles de fotos y vídeos, lleva al menos un año en poder del FBI, los federales, esos tipos que están teóricamente para ir contra los malos y proteger la república, y que se sentaron tranquilamente durante un año sobre un verdadero tesoro de pruebas incriminatorias. Bienvenidos al ‘Estado profundo’. ¿Sienten ya el calor?

Claro que todo podría ser una campaña de desinformación rusa, ya saben, esos ‘ruskies’, como en el episodio de Los Simpson, solo han fingido dejar de ser la Unión Soviética, pero siguen complotando para destruir la bella América, con su Día de la Madre y su pastel de manzana. Esa es, de hecho, la tesis semioficial diseminada por la prensa adicta sobre la exclusiva del Post.

Solo hay dos problemas con esa tesis, solo dos minucias, dos detalles: que los implicados habrían denunciado en milisegundos la maniobra y, muy especialmente, que el FBI tendría la obligación de informar que se investiga el asunto como un caso de intento de desinformación rusa. Caramba, después de un año han tenido tiempo de hacer todo tipo de pruebas con el contenido de esa bomba de relojería.

Hasta los políticos demócratas se aferran a la conspiración rusa: el senador demócrata por Connecticut Chris Murfy lo hace explícito desde su cuenta en Twitter en un hilo que no tiene desperdicio: “Joe Biden -y todos nosotros- DEBERÍAMOS estar furiosos con que los medios estén diseminando lo que muy probablemente sea propaganda rusa.

1/ He visto el material de inteligencia. La diseminación de desinformación es la meta de Rusia para 2020. Eso es lo que sabemos y por lo que no podemos dejarlo impune.

2/ Rusia sabía que tenía que jugar a un juego diferente al de 2016. Así que seleccionó americanos virulentamente trumpistas tan ciegos en su lealtad a Trump que blanquearán las propaganda antiBiden construida por el Kremlin

Giuliani era un objetivo clave”.

¡Gorrito de papel de plata para el senador! Habría que ponerle en bucle la deposición del fiscal especial Mueller sobre la investigación en la ‘Trama Rusa’ para que entendiera que no puede seguir golpeando a semejante caballo muerto. Lo de ‘¡malditos commies!’ ya no vale, se siente.

Se suponía que, en el reparto de papeles a cargo de la izquierda, era a los republicanos de base a los que les tocaba el de ridículos conspiranoicos, pero han sido los demócratas los que se han pasado cuatro años tratando de convencer a los americanos de que Trump era el ‘candidato manchú’ de Putin, que ya hace falta imaginación.

Así que ahora el senador Murfy habla de un modo que hace parecer a Alex Jones -el ‘periodista alternativo’ que aún no ha visto una conspiración que no le guste- como un ponderado editorialista del Times de Londres.

Hablando de Jones, el hombre no ha dejado de meter la mano en el plato con una información que, esta sí, debería tener una contundente respuesta de los Biden en forma de demanda millonaria, porque ha colgado en su chiringo online este explosivo titular: ‘Confirmado: Trump tiene grabaciones de Hunter Biden violando y torturando niñas’. No es probable, ¿no? Uno no manda arreglar un portátil con ese material dentro, supongo.

Pero Maria Bartiromo, de la cadena Fox, no es Jones; tiene una prestigiosa carrera periodística que proteger. Y Bartiromo ha hecho algunas preguntas molestas, como qué hace la firma del abogado experto en pornografía infantil del FBI, Joshua Wilson, en el documento de incautación del portátil de marras.

En cualquier caso, el FBI tiene muchas preguntas que responder, y el establishment antitrumpista debe andar ahora mismo con una terrible jaqueca.

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