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La trascendente batalla cultural contra el marxismo del siglo XXI

La Carta de Madrid: un ‘basta’ al Grupo de Puebla

El decidido giro a la izquierda que ha dado la América Hispana no es una casualidad del destino. Tras la caída del muro de Berlín, el horizonte ideológico y económico de la región debió replantearse. Fue así que nació el Foro de Sao Paulo. Durante los años ´70, el comunismo había desplegado la estrategia del terrorismo para hacerse del poder en la mayoría de los países de esa parte del mundo. La ferocidad del ataque que costó miles de vidas fue rechazada por las sociedades y la guerrilla fue vencida y desalojada. Aparentemente. 

Fue entonces cuando los personeros del comunismo internacional, reunidos tras la convocatoria de Lula Da Silva y Fidel Castro, sin modificar el objetivo, diagramaron los pasos a seguir. Las acciones serían sin violencia y disfrazadas de consignas amables. Había que avanzar sobre la educación, los medios de comunicación y la sociedad civil de modo pacífico. Así se fueron calzando, según conviniera, distintos sombreros: bregaron por el ecologismo, la defensa de los bosques y la fauna, los derechos humanos o el indigenismo. Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela), Fernando Lugo (Paraguay), Daniel Ortega (Nicaragua), Michelle Bachelet (Chile), Tabaré Vázquez y “Pepe” Mujica (Uruguay), Rafael Correa (Ecuador), los Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Leonel Fernández (República Dominicana), Juan Manuel Santos (Colombia), José Luis Rodríguez Zapatero (España) y el ex Secretario de la Organización de Estados Americanos, el chileno José Miguel Insulza dieron el presente. 

El trabajo de conjunto dio sus frutos: en América Latina, entre su formación en 1990 y 2018, el Foro de Sao Paulo llegó a reunir 68 partidos políticos, 52 organizaciones  sociales y movimientos guerrilleros, y gobernaron el 45% de la región estando activos en 22 países del continente, más España. 

Sin embargo, de a poco fueron perdiendo protagonismo; las políticas equivocadas, los pésimos resultados y la corrupción de sus administraciones se hicieron evidentes y se produjo un reemplazo de clase dirigente. Recibieron, entonces, un poderoso impulso que los volvería a escena; el salvataje llegó en dos vertientes: la agenda globalista y los fondos de George Soros y algunos mega millonarios de Silicon Valley.  Los empleados de la causa se reciclaron en el llamado Grupo de Puebla manteniendo las mismas personas y los mismos objetivos. El gobierno español de Sánchez-Iglesias está representado por Irene Montero, ministro de Igualdad del Gobierno de España, antigua militante del partido Comunista, hoy dirigente de “Podemos” y pareja del vicepresidente Pablo Iglesias. 

La colonización de los resortes educativos fue clave en el proceso; en la actualidad, los contenidos curriculares tienen un sesgo inocultablemente izquierdista en toda la región, no importa si se trata de gestión pública o privada. A ello se suman el control sobre los medios de comunicación, el debilitamiento y desprestigio de las Fuerzas Armadas, una prédica con intenciones y márgenes imprecisos sobre las bondades de las nociones de igualdad e inclusión, el reconocimiento de derechos a pueblos originarios de dudosa procedencia, la toma de tierras y la crisis social como condición previa para la revuelta. Esta receta se ha venido aplicando en Latinoamérica y sus frutos están a la vista. Chile es un ejemplo perfecto.

Sin embargo, eso no es todo. La principal cara del marxismo del Siglo XXI merece una mención especial. Se trata del movimiento feminista y su prédica pro aborto y anti familia, impulsora de la perversa ideología de género que pretende negar a los padres la potestad de educar a sus hijos, facultad que les conceden el derecho natural y el derecho positivo. El embate a la familia como política de estado promueve la imposición de contenidos contrariando hasta la Convención Universal de los Derechos del Niño, cuando la escuela debe limitarse a educar conforme a la ciencia y la ideología de género carece del más mínimo rigor científico.  

Lo natural es aquello que nos es dado. Es natural, por tanto, que los padres decidan la educación de sus hijos; que el estado adoctrine a los niños es una construcción artificial que invierte ese principio liminar de la convivencia en libertad. La agenda del Foro de Sao Paulo y ahora el Grupo de Puebla atropellan la patria potestad, esto es el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos y bregan por invertir el principio, depositando en el estado el derecho preferente. Autoritarismo en estado puro. 

Esta pulseada y la legalización del aborto son las banderas del feminismo del nuevo siglo que lucha, no por igualdad sino por privilegios.

La asunción del presidente boliviano ha servido de excusa para el reencuentro de los líderes del Grupo de Puebla. La foto de Alberto Fernández, presidente de Argentina, junto a un sonriente Pablo Iglesias habla de las coincidencias ideológicas entre ellos y con el régimen venezolano, y de los planes de impulsar políticas comunes y afianzar el rumbo hacia un socialismo autoritario severo.

Frente a ello, la conformación del Foro de Madrid adquiere una enorme trascendencia. Significa la decisión de jóvenes dirigentes y personalidades de toda la América hispana de dar la batalla cultural contra el marxismo del nuevo siglo. El establishment rancio querrá ignorarlos; los medios de comunicación intentarán ocultar sus logros pero sepa el mundo que ha nacido una expresión política que lleva en sus entrañas un ADN indestructible: la llama de la libertad

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María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada (Edivern, 2014)

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