«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
MIENTRAS SE HABLA DE UN GRAN APAGÓN EN EUROPA

COP26: un gigantesco, carísimo y totalitario paripé climático

Cumbre climática COP26. Reuters

Predecir qué países serán los mejor colocados en la carrera por la primacía económica en el futuro es siempre una apuesta arriesgada, pero me atrevo a aventurar que va a tener mucho que ver con la velocidad con la que escapen de la peligrosa secta mortal de la Cofradía del Cambio Climático, un verdadero pacto de suicidio que inaugurará su vigésimo sexta ‘soirée’ de sacrificios en nuestra cabeza, promesas incumplibles y lloriqueos protocolarios el próximo día de Todos los Santos, aunque hubiera sido más propio retrasarlo 24 horas para que se iniciara el Día de Difuntos.

China pasa, gracias, lo que ya debería ser razón más que suficiente para cancelar la feria, porque ya me dirán qué se va a lograr sin la fábrica global, sin el primer contaminante a mucha distancia del mundo mundial. Descarten también a Rusia, India y Brasil, y ya me dirán el ridículo de todo el asunto.

Y no es que a China no le guste el evento. Le encanta, es uno de sus principales promotores, y todos los medios e intelectuales occidentales que financian doblan cada año la apuesta, porque es Pekín quien va a tomar nota de los pedidos de turbinas eólicas, placas solares, motores eléctricos y baterías fabricadas a partir de tierras raras, elaborado todo en fábricas alimentadas por el más negro de los carbones.

Y es que ser tan limpio como Occidente exige marcharse mucho las manos. Y el planeta, si se quiere. Un ejemplo: en la cumbre se desplegarán 26 coches eléctricos, de esos que quieren hacer obligatorios para todo el mundo en unos años. Y cuyas limpísimas baterías se recargarán con generadores diésel preparados al efecto. ¿Una anécdota? Sí, claro, pero enormemente representativa de este gigantesco, carísimo y totalitario paripé.

Llevamos ya 26 años y el cielo aún no se ha derrumbado sobre nuestras cabezas como preveían los gurús de la cosa: hay tantos glaciares como cuando empezó este circo, más osos polares, más hielo en la Antártida y, en general, ninguna catástrofe que se pueda achacar con alguna certeza científica a nuestras prácticas pecadoras.

Mientras, nuestra fatal apuesta por una ‘energía renovable’ que aún no está, ni de lejos, preparada para responder a la demanda ha sido tal que de las cosas que más se habla estos días es de un gran apagón para Europa. El Ejército austriaco nos ha metido a todos el miedo en el cuerpo con su publicidad abradacabrante, muy de Halloween, y desde el Tercer Mundo nos miran como si nos hubiéramos vuelto locos.

Sí, el futuro se avecina frío, pero muy limpio. Y los empáticos profetas del desastre seguirán llegando a cumbres como la de Glasgow quemando toneladas de combustible en sus jets privados para decirnos a la plebe que se acabó eso de usar coche privado y comer carne.

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