Biden, cualquiera lo diría, fue el presidente que más votos ha recibido en la historia de Estados Unidos, más incluso que el literalmente adorado Barak Obama, si creemos los cuestionados resultados electorales del pasado noviembre.
Sí, es curioso, un hombre que apenas hizo campaña, con una larguísima carrera política y varios intentos fallidos de convertirse en el candidato demócrata a la Presidencia, que atraía audiencias ridículas a sus mítines; un blanco anciano y heterosexual seduciendo a una audiencia feminista, proLGTBI y multirracial.
Digamos que fue así, compremos por un momento esa mercancía dudosa y achaquémoslo a las ganas de muchos de deshacerse de Donald Trump, rutinariamente demonizado por los medios del mundo entero. Pero, si fue así, la luna de miel ha terminado.
No lo digo yo, lo dice el gigante de la demoscopia Gallup. La última encuesta de aprobación de Biden como presidente se desplomó seis puntos porcentuales de 56% de junio al actual 50%. Sorprendente, dados los resultados electorales. “Antes de este mes, su calificación no ha mostrado variaciones significativas, y la actual proporción de gente que le apoya es la más baja registrada hasta la fecha”, señala el informe de Gallup.
Según el informe de la propia firma de encuestas, el declive se produce “en un momento en que los avances en la lucha contra el coronavirus se han estancado, con los ritmos de vacunación desacelerándose y el nivel de incidencia creciendo. La recuperación económica se mantiene, el paro desciende y los valores bursátiles rozan niveles récord, pero los consumidores cada vez tienen que pagar más por la gasolina y otros productos. Además, Biden ha incumplido su promesa de una mayor colaboración con la oposición”.
