«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
esperanza en la lucha contra la tiranía globalista

Las urnas certifican que los suizos no se creen la ‘emergencia climática’

Árboles en un bosque. EUROPA PRESS

Es solo un comienzo, pero es importante: los suizos no acaban de comprar el apocalipsis climático, y lo han expresado en el modo en que suelen hacerlo, votando.

Primero Suiza abandonó las negociaciones que mantenía con la Unión Europea con vistas a una posible integración en el bloque, y ahora acaba de rechazar en un referéndum una ley de protección del clima. Mejor dicho, las tres partes de una misma ley en tres votaciones sucesivas, sobre CO2, pesticidas y agua potable.

Ahora, es difícil presentar a Suiza como un estado atrasado o pobre, o como un país sometido a una férrea dictadura, los dos casos en los que un rechazo así podría pasar como un detalle sin importancia para la Iglesia del Cambio Climático. De hecho, se trata de un país excepcionalmente rico en renta per cápita y, aún más, excepcionalmente adicto a la democracia, donde los detalles más irrelevantes de la vida pública se someten a la consulta de la ciudadanía.

De hecho, la singular importancia de este caso consiste en que, al final, es la primera vez que los sacrificios que nos anuncian nuestras élites «por el bien del planeta», los mismos que nos predican como si fueran una fatalidad o que negocian nuestros gobiernos a nuestras espaldas en las cumbres climáticas, se someten a una consulta popular. Y esa única vez en que el pueblo ha hablado ha sido para decir «no, gracias».

El periodista suizo Matthieu von Rohr subraya en Der Spiegel que esta derrota de los calentólogos apunta a la distancia entre la ‘retórica verde’ que cualquiera repite mientras sea gratis o afecte a terceros y la cruda realidad del descenso en el nivel de vida que pretende exigir. Uno puede votar al partido verde y resistirse luego a dejar de usar el coche.

Pero hay en este resultado electoral un detalle aún más esperanzador en la lucha contra la tiranía globalista que se vale del espantajo del apocalipsis climático para hacernos tragar su agenda: la mayor oposición a estas leyes verdes ha venido de los jóvenes: el 60%-70% en la franja de edad entre 18 y 34 años ha votado ‘no’ en las tres votaciones.

La ley sometida a consulta pretendía imponer un nuevo impuesto a los combustibles y otro a los viajes aéreos, como parte del esfuerzo del país para cumplir los acuerdos de París sobre reducción de emisiones de gases de invernadero, esos que libera a la atmósfera China en abrumadora mayoría.

Incluso dentro del marco conceptual de la más estricta mitología climática, no es que se haya perdido mucho, o que se pudiera ganar mucho: el país alpino es responsable del 0,1% de las emisiones globales, y su población ha decidido que para influir tan microscópicamente no tenían mucho sentido los sacrificios que se les exigía.

El problema, en realidad, es otro, a saber: su carácter simbólico, el efecto imitativo. ‘Democracia’, una palabra que no ha perdido su lustre en estos años, sí ha perdido, en cambio, su realidad, y son cada vez más los asuntos que pretenden cambiar radicalmente nuestras vidas sin molestarse en preguntarnos si estamos de acuerdo. Suiza lo ha hecho, y les ha salido mal.

TEMAS |
.
Fondo newsletter