«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Los Treinta Tiranos

El presidente chino, Xi Jinping.

En el capítulo 5 de El príncipeNicolás Maquiavelo describe cómo una potencia vencedora puede gobernar a los que ha derrotado en la guerra. La primera forma es arruinar- los; la segunda es dedicarse, simple y llanamente, a gobernar; la tercera es establecer “un gobierno compuesto por un número reducido de personas que se encargue de velar por la conquista”.

El ejemplo que ofrece Maquiavelo del último modelo es el gobierno amistoso que Esparta estableció en Atenas al derrotarla después de 27 años de guerra en el 404 a.C. Para la casta superior de una élite ateniense que, ya de por sí, despreciaba la democracia, la derrota de la ciudad en la Guerra del Peloponeso confirmaba que el régimen de Esparta era el mejor. Se trataba de una aristocracia militar potente que gobernaba a una clase de sirvientes permanentes, los ilotas, que eran masacrados periódicamente para obligarlos a aceptar su estatus infrahumano. La democracia ateniense, por el contrario, otorgaba demasiado poder a los humildes. La oligarquía pro-Esparta utilizó la victoria de sus socios para rescindir los derechos de los ciudadanos y ajustar cuentas con sus enemigos internos, exiliándolos, ejecutándolos y confiscando sus bienes.

Ese gobierno ateniense, que no respetaba las leyes de Atenas y despreciaba sus tradiciones, pasó a la historia con el nombre de los Treinta Tiranos. Entender su papel y su funcionamiento nos ayuda a explicar lo que está sucediendo actualmente en los Estados Unidos.

La toma de posesión de Biden marca un punto de inflexión en la hegemonía de una oligarquía norteamericana que ve su relación con China como un escudo y una espada contra sus propios compatriotas. En las próximas páginas, Lee Smith da respuesta a cuestiones clave de la política internacional.

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