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BUSCA GANAR EN BRASIL E IMPONER EL SOCIALISMO EN TODA LA REGIÓN

Lula viajará a México a buscar el apoyo de AMLO de cara a su campaña presidencial

El expresidente de Brasil, Lula da Silva. Europa Press

La unificación de América Latina en torno al socialismo es el tema principal que Lula da Silva planteará en breve cuando viaje a México buscando fortalecer su candidatura a la presidencia de Brasil, con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador, cabeza de un bloque rojo latinoamericano, según fuentes de Brasil.

Una vez caída la URSS en 1991, los partidos comunistas y socialistas de América quedaron huérfanos de patrocinio, por lo que planearon depender sólo de sí mismos y de los gobiernos que lograran imponer. Este fue el motor del inicio del Foro de Sao Paulo, fundado por el dictador cubano Fidel Castro y por el propio Lula, quien luego se convirtió en presidente de Brasil y fue encarcelado 19 meses por corrupto. 

Más de 30 años después de la primera cumbre de movimientos, organizaciones y partidos de izquierda, en São Paulo –que reunió 48 expresiones-, hoy el Foro ha podido agrupar a 123 partidos de 27 países, y Lula quiere volver a ser presidente. Sólo que la geopolítica ha cambiado en la región y en Brasil gobierna Jair Bolsonaro, quien lejos de la «información» que manejan los medios globalistas, la mainstream media, sí tiene muchas posibilidades de reelegirse por un periodo de cuatro años más.

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, acaba de resultar opacado en las recientes elecciones del país, ya que en noviembre de 2021 el «Frente de Todos» perdió el control en el Senado en los comicios legislativos, pasando de tener 41 escaños a sólo 35. También busca reelegirse como presidente, pero en 2023, por lo que el Grupo de Puebla y López Obrador para posicionarlo lo colocaron como nuevo dirigente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que había sido presidida durante dos años (2020-2021) por el mexicano López Obrador.

En Bolivia el socialismo recupero el gobierno y encarceló a Jeanine Añez; en Ecuador ya no gobierna la izquierda, sino cierta derecha (aunque un tanto progresista); en Perú llegó la izquierda cercana al terrorismo senderista con Pedro Castillo; en Honduras ganó hace unas semanas Xiomara Castro, militante de la más retrógrada de las izquierdas bolivarianas; y peor aún, en Chile llegó al poder el millennial marxista posmoderno Gabriel Boric con su mezcla trasnochada de vieja escuela comunista y la agenda progresista del aborto, la ideología de género, el supremacismo feminista y el LGBT. 

Vienen las elecciones en menos de un mes en Costa Rica el 6 de febrero, donde el candidato de la ultraizquierda del Foro de Sao Paulo –José María Villalta- no tiene oportunidad de ganar, por fortuna. Y luego, en mayo, vendrán las elecciones presidenciales en Colombia, donde se corre un gran peligro ante el posible triunfo de Gustavo Petro, un exguerrillero cercano a Hugo Chávez que convertiría a su país en una sucursal más de la miseria que caracteriza a todo sistema socialista.

En tal contexto, Lula buscará arroparse en el «big brother» latino del norte del continente, en López Obrador, quien desde que llegó a la presidencia en México en 2018 ha ido construyendo una red gobiernos amigos para expandir el socialismo blando, ese sistema que llega a través del voto, pero pronto se eterniza con trampas y corrupción, hiper-concentra el poder, centraliza la economía, militariza la función pública, se mantiene con asistencialismo masivo y se inserta en un globalismo rojo.

AMLO ya tiene un claro control de la CELAC y del Grupo de Puebla -fundado en 2019-, dos instituciones influyentes -una intergubernamental y la otra de líderes «progresistas», incluyendo a españoles como José Luis Rodríguez Zapatero- con las que vale la pena contar si se aspira a la presidencia de Brasil, como Lula ahora.

El viaje de Lula a México se dará previsiblemente en febrero y constituirá un acercamiento entre un expresidente que viene de regreso y un presidente en funciones, y ambos de dos países que cuentan con las economías más poderosas en toda la América Latina. 

A México ya han acudido en una suerte de ceremonia de «besa manos» -es decir, a mostrar sus respetos y afectos y saludar al nuevo padrino rojo latino del continente-, líderes de las izquierdas –todos con resultados lamentables en sus pueblos- como Alberto Fernández, Luis Arce, Evo Morales, Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Rafael Correa, amigos cercanos a López Obrador que le han pedido muy diversos favores.

Fernández le debe a AMLO la renegociación de su deuda con el FMI; Evo Morales, el haber sido rescatado de la justicia en un avión militar mexicano; Maduro, el no haber sido detenido en México pese a que la DEA ofrece una recompensa de 15 millones de dólares por él; Díaz-Canel, los millonarios pagos por sus «médicos» alquilados para México durante la pandemia… entre otras cosas.

De lo que nadie dice nada es que todo el bloque socialista le debe un dineral a China, que ya tiene ahorcados a la mayoría de estos países, de donde se provee de materias primas.

Otro personaje que visitará México es Gabriel Boric, quien ya fue invitado por el hiperactivo canciller mexicano Marcelo Ebrard.

Es preciso señalar que Lula da Silva viajó ya antes a Europa y a Argentina en diciembre de 2021. En México se reunirá también con legisladores y con Morena, el partido de izquierda fundado por AMLO para imponer el socialismo blando. Entre otros temas que tratará, además de la integración socialista, serán el combate a la desigualdad y al neoliberalismo, y el cambio climático. 

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