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El objetivo es blanquear a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua

La presidencia de la CELAC, un regalo de Reyes para Alberto Fernández

El ministro de Exteriores argentino Sebastián Cafiero (sin mascarilla), durante la reunión de la CELC celebrada en Buenos Aires y que ha entregado la presidencia de la organización durante los próximos dos años a la Argentina (Agustín Marcarian / Reuters)

Finalmente, el 7 de enero, Argentina logró asumir la presidencia pro-tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) luego de dos años de presidencia de México. La CELAC es un rebuscado intento de crear una OEA paralela, inaugurada en diciembre de 2011, que busca avanzar en la unidad política, económica, social y cultural de la región; sin tener que ponerse demasiado estricto con respecto a la calidad institucional de los Estados miembros. O sea, considerando a los gobiernos cubano, venezolano y nicaragüense como regímenes legales y no dictaduras bananeras. Palabras más, palabras menos.

Alberto Fernández viene necesitando de mimos a su magullada gestión, así que se floreó en una recepción en el Centro Cultural Kirchner (CCK) el 6 de enero, un regalito de Reyes. Al día siguiente se reunieron los cancilleres de CELAC en la Casa Rosada, donde el presidente argentino explicó sus planes para su período correspondiente como Secretario General, lo que es un gran logro dado que todavía no pudo explicar cuáles son los planes de su presidencia y ya lleva más de dos años.

El presidente argentino busca desesperadamente una posición de liderazgo en la región con la que apalancar su recientemente lanzada reelección. El socialismo está agrandado en Hispanoamérica gracias a las últimas elecciones que prometen volver a teñir al continente del castrochavismo herpético. Luego del aplastante triunfo de Gabriel Boric en Chile, se vislumbra un posible retorno de Lula a la presidencia de Brasil y un triunfo del guerrillero Gustavo Petro en Colombia. Para Alberto ese nivel de protagonismo sería un bálsamo.

¿Cuál es el objetivo de Alberto? Blanquear a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y mediar en los múltiples conflictos que los tiranos tienen abiertos en sus regímenes

El conjuro bolivariano intitulado Foro de Sao Pablo (y su sucurisal, el Grupo de Puebla) tiene la sangre en el ojo por varias acciones de la OEA encabezada por Luis Almagro. Sus posiciones respecto de la tiranía venezolana, su apoyo a la oposición exiliada son una afrenta que se suma a la denuncia del fraude electoral del expresidente boliviano Evo Morales. El trabajo por prestigiar la CELAC viene justamente de ese enfrentamiento e intento de desplazar la importancia de un organismo internacional por otro. De la CELAC no participan ni Estados Unidos ni Canadá, pero sí lo hacen Cuba y Venezuela expulsadas de la OEA. 

Al mismo tiempo la CELAC y China, prevén la cooperación de al menos dos años y se plantea una eventual cumbre del Foro China-CELAC para 2024. La agenda es un tanto cínica: desarme, no proliferación de armas de destrucción masiva, lucha contra el terrorismo y la delincuencia transnacional. El pacto incluye: intercambio comercial y de inversiones, de cooperación, de recursos, de protección ambiental y políticas de salud pública. Hemos de reconocerles el humor negro. 

La participación de Fernández en CELAC es fundamental para sus aspiraciones, y tanto él como su entonces canciller Felipe Solá trabajaron denodadamente para la sucesión. Pero durante las elecciones presidenciales de Nicaragua, cuando el dictador nicaragüense Daniel Ortega empezó a meter presos a sus opositores (un novedoso método de campaña política aplicado con total impunidad), Argentina y México resolvieron llamar a sus embajadores en consulta por las detenciones a dirigentes opositores. Entonces Daniel Ortega se enojó y quitó a Argentina el voto necesario para la presidencia. Luego el kirchnerismo perdió las elecciones y Alberto vio esto como una oportunidad de oro para echar a Solá matando varios pájaros de un tiro. El nuevo canciller, Santiago Cafiero, heredero del más rancio linaje real peronista, utilizó su puesto para limar estas asperezas tratando a Nicaragua amistosamente. Gracias a esta claudicación y a que el embajador David Capitanich volvió a ocupar la sede en Managua, Nicaragua no presentará objeciones esta vez. 

AMLO logró dar un renovado mandato legislativo al tirano Maduro, y ahora Alberto Fernández buscará hacer lo propio

¿Cuál es el objetivo de Alberto? Blanquear a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y ser el mediador oficial de los múltiples conflictos internos y externos que los tiranos tienen abiertos en sus regímenes. Buscará incorporar a estos países a la actividad de la comunidad internacional sin que estos tengan que cambiar sus prácticas dictatoriales. Manuel López Obrador trató de hacer algo así, pero entre las medidas restrictivas por la pandemia y su proverbial inutilidad no consiguió mucho. Aunque es destacable su papel en el diálogo entre Maduro y la oposición por las elecciones legislativas que sirvió para legitimar al mandatario venezolano prolongando su poder y tirándole un salvavidas luego de la saga de declaraciones de arrepentidos que lo tuvo varios meses contra las cuerdas.

En ese sentido el rol de CELAC a cargo de México fue legitimar las elecciones chavistas con una participación menor al 20%, a pesar de las amenazas a los ciudadanos, y de un fraude escandaloso. AMLO logró dar un renovado mandato legislativo al tirano, y ahora Alberto Fernández buscará hacer lo propio. 

Desde que asumió Bolsonaro, Brasil dejó de lado tanto a CELAC como a UNASUR por considerarlos instrumentos del Foro de San Pablo. Pero otros vientos soplan en la región y ya muchos descuentan la victoria de Lula en octubre de 2022. El regreso de Lula al poder implicaría un nuevo impulso a la CELAC, con el gigante sudamericano jugando nuevamente en las ligas chavistas. Esa es la apuesta de Alberto Fernández para mostrarse como un mediador del bloque socialista ante Estados Unidos y la Unión Europea. Un anabólico político inesperado para el presidente vicario, sin plan y sin poder, que aún vive pendiente del más mínimo capricho de Cristina.

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