«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
SE LIBRA UNA GUERRA POLÍTICA

Trump mantiene su desafío ante unos estados cada vez menos unidos

Bandera de EEUU. Reuters

Ayer se aprobó un paquete de estímulo en compensación por los daños económicos causados por la reacción a la pandemia de 900.000 millones de dólares, después de que los demócratas rebajaran considerablemente los 1,8 billones propuestos inicialmente por el presidente Trump en octubre. Cada americano recibirá como consecuencia 600 dólares, una ‘fortuna’ que a los ciudadanos ha sonado a tomadura de pelo. La razón ha sido que los demócratas no están dispuestos a que Trump se lleve el mérito de una ayuda significativa en este año maldito.

Ese es el nivel, y una prueba de que en la guerra política que se libra estos días en el país más poderoso del planeta no se hacen prisioneros y todo, absolutamente todo, vale.

La batalla de la campaña de Trump sería interesante y noticiable en cualquier época y condición: denuncia un hecho insólito, un fraude masivo en la democracia más grande, poderosa y antigua; se lleva a cabo a contrarreloj, a escasos días de la investidura presidencial, con un mundo entero convencido de que ‘el otro’ es ya el legítimo presidente, usando todo tipo de argucias y medios. Sin embargo, lo que está en juego es mucho más grande que todo eso. No se trata meramente de saber qué tipo ocupará la Casa Blanca los próximos cuatro años, presidiendo sobre un país que será más o menos el mismo según se trate de este o aquel, como hemos vivido durante décadas. En este caso, por primera vez en mucho tiempo, se trata de definir qué Estados Unidos va a existir en los próximos años y, por ende, en qué mundo viviremos. Es, como suele decirse, una apuesta existencial.

Para empezar, y desde la Guerra de Secesión en el XIX, nunca antes había estado tan acerbamente dividida la nación. A mediados del mes pasado, según una encuesta de Reuters/Ipsos, 52% de los republicanos sostenía que Donald Trump era el “legítimo vencedor” de las elecciones, y el 68% creía que las elecciones estaban amañadas, algo que compartían un tercio de los independientes e incluso un diez por ciento de los propios votantes demócratas. Este mes, un estudio demoscópico encargado por la cadena Fox descubrió que un tercio de los votantes registrados se mostraba convencido de que a Trump le habían robado las elecciones, un 78% de quienes habían votado a Trump. ¿Puede mantenerse una democracia en pie cuando una proporción tan alta de su electorado no cree en la limpieza del proceso electoral?

Pero eso es solo la punta del iceberg. Hay una América que tiene por sagrado lo que para la otra es irritante y estúpido y ofensivo y debe desaparecer, y al contrario. Es como si el aire que permitiera a unos vivir y prosperar resultase irrespirable para los otros.

Y Trump y sus huestes están convencidos de que si se deja pasar lo que consideran un fraude masivo, la democracia americana, los Estados Unidos tal como los hemos conocido hasta ahora, desaparecerá para siempre.

El presidente no para, lo está intentando todo. Este lunes se reunió con diputados republicanos de la Cámara de Representantes para forzar una ‘elección contingente’, es decir, rechazar los votos del colegio electoral en los estados en disputa de modo que sea la propia cámara, con un voto por estado, la que decida quién será presidente. Y algunos republicanos empiezan a ‘salir del armario’ en favor de esta opción en medios y redes sociales.

Es el caso de Marjorie Taylor Greene, congresista por Georgia, uno de los estados en disputa, que anuncia desde su cuenta en Twitter: “@realdonaldtrump merece su oportunidad ante los tribunales, Y definitivamente vamos a darle una oportunidad en el Congreso. Estamos reuniendo un grupo rápidamente creciente de diputados y senadores. El reto del 6 de enero está ya a la vuelta. Llama a tu representante. Llama a tu senador (ofrece sendos números de teléfono)”, y acompaña el mensaje con un breve vídeo explicando en qué consiste el reto. “No vamos a dejar que Joe Biden robe estas elecciones”, acaba diciendo.

Otros republicanos, en cambio, como el famoso ex gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, ha declarado al portal conservador de Internet Breitbart que «Trump se está perjudicando a sí mismo y está perjudicando al país» al mantener su desafío a los resultados electorales, añadiendo que siempre ha sido partidario y amigo personal del presidente.

A partir de ahora vamos a ver un agónico goteo de republicanos a favor o en contra de la medida propuesta por el presidente, acrecentando una tensión que no se disipará hasta la votación del 6 de enero.

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